Ciencia y Tecnología

WhatsApp el oro negro del siglo XXI

Con el aumento del uso de las redes sociales, la privacidad y seguridad de los datos personales al momento de descargar una aplicación quedaron expuestos y vulnerables. Es así como la confidencialidad o discreción de lo que enviamos vía WhatsApp se ha convertido en un tema álgido que no debemos echar en saco roto, vean porqué.

Darío Vázquez Romero, consultor en Comunicación Digital, considera que quizá uno de los aspectos a reclamar a WhatsApp sería la privacidad de los usuarios, pues no necesariamente tiene la mejor plataforma de protección, sobre todo de aquellas referencias sensibles que podrían quedar expuestas.

Debemos estar siempre alertas de la información personal que enviamos por esta y otras redes sociales, pues a decir del experto, aun cuando a los dueños de esta tecnología no les interesa propiamente nuestras conversaciones, si nuestros hábitos de consumo.

Pero sigamos leyendo lo que comparte el también profesor de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, Rubén Darío Vázquez. Comenta que WhatsApp es una aplicación que pertenece a Meta, un conglomerado estadounidense de tecnología y redes sociales, una de las empresas más grandes en su tipo en el mundo.

Señala que sus servicios van orientados, precisamente, a la construcción de una serie de plataformas interconectadas con miras hacia el metaverso.

Advierte que a WhatsApp no le interesan las conversaciones que como usuarios pudiéramos mantener, sino nuestros hábitos de navegación en internet, la geolocalización –los lugares en los que estamos físicamente–, las compras electrónicas que realizamos, todo se recopila para crear perfiles mercadológicos que constituyen el “oro negro del siglo XXI”.

Esta información personal tiene un costo y se vende bien en el mercado de la publicidad y de la mercadotecnia. Si bien cada vez somos más conscientes del valor que tienen nuestros datos, no necesariamente lo estamos entendiendo de manera profunda, puntualiza.

Parecería que este tipo de plataformas son gratuitas, pero no es así, se cobran con la información que recopilan y es puesta a la venta para crear pautas, espacios y más perfiles mercadológicos. “Todo lo que hagamos en Facebook o en Instagram, además de la forma en que navegamos en internet, crea un perfil publicitario de nosotros sobre el cual no tenemos control y de pronto podrían llegarnos anuncios no deseados”.

Plantea que si bien las tecnologías que tenemos pueden ser excelentes, debemos tener cuidado con el manejo de nuestros datos que nos describen y precisan; entender que son el pago por el uso de las redes sociodigitales.

Y es que tiene razón, en ocasiones con tal de bajar el juego, el curso, las recetas, la música o los emojis gratis, bajamos la aplicación sin tomar atención a los datos personales que “les damos”.

Por eso, el experto sugiere no descargar aplicaciones gratuitas de origen desconocido que nos permiten visualizar cómo podríamos vernos si fuéramos del sexo opuesto o de edad avanzada, o juegos virtuales.

Ya que si las  instalamos en nuestros dispositivos otorgamos una serie de permisos, de los cuales no necesariamente somos conscientes, para acceder a nuestros contactos, ubicación, fotografías, llamadas telefónicas, monitoreo de navegación, etcétera. PdC.

Foto de Kaboompics .com en Pexels

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