A la larga lista de discriminaciones por religión, raza, sexo, clase social, etcétera y más etcéteras, desafortunadamente ahora se le viene a sumar otra que es la “rusofobia”, todo aquello que huele o suena a ruso está siendo rechazado.
Académicos y estudiosos sociales entienden la presión comercial contra ese gobierno, sin embargo no el que se está ejerciendo contra el pueblo ruso. Y es que se ha emprendido una actitud feroz contra deportistas, artistas, escritores, científicos, y hasta ciudadanos de a pie.
No se puede discriminar a sus ciudadanos y quitarles la oportunidad de trabajar, de desarrollarse en un mundo globalizado como el nuestro, considera la académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Talya Iscan.
En cuanto a los académicos, artistas, científicos y atletas rusos que durante años han realizado valiosas aportaciones en sus respectivos campos de acción, es inaceptable desacreditarlos y quitarles sus derechos.
“La ‘rusofobia’, que está afectando a personas inocentes que no tienen nada que ver con las decisiones tomadas por los políticos, implica un acto de agresión que no se olvidará con facilidad”.
Todos aquellos que afirman estar conmovidos con la tragedia de la población ucraniana, pero se asumen como rusofóbicos, perdieron su credibilidad porque adoptaron un discurso de discriminación injustificable.
Y lo peor es que, como cualquier otro mensaje de esta naturaleza (racial, sexual, etcétera), esta fobia puede ser contagiosa.
Debe quedar claro que condenar una guerra y apoyar a quienes la sufren, no es lo mismo que desacreditar y quitarle sus derechos al pueblo que pertenece al país agresor.
No queremos sonar a la clásica persona que da el consejo o que dice que sí o que no, pero antes de poner etiquetas o dar juicios de valor, mejor pongámonos en los zapatos del otro y pensemos que culpa tienen de haber nacido en tal o cual país…PdC.