Miscelánea

Ayudemos a reparar la capa de ozono

La capa de ozono es la culpable de que no podamos disfrutar del sol sin ningún riesgo, bueno no, rectifico, los culpables somos nosotros al utilizar sustancias químicas que con el tiempo han dañado la capa que al deteriorarse los rayos pasan, por decirlo de alguna forma, sin filtro, a todo lo que dan.

Pero veamos que es la capa de ozono.

De acuerdo al sitio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) refiere que la capa de ozono es una franja frágil de gas que protege la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, contribuyendo así a preservar la vida en el planeta.

El ozono es una forma especial de oxígeno con la fórmula química O3; constituye una parte muy pequeña de nuestra atmósfera, pero su presencia es vital para el bienestar humano.

La mayoría del ozono reside en la zona superior de la atmósfera, entre 10 y 40 Kilómetros sobre la superficie terrestre. Esta región se le llama estratosfera y contiene aproximadamente el 90 por ciento de todo el ozono en la atmósfera.

¿Cuál es su función?

El ozono en la estratosfera absorbe parte de la radiación ultravioleta del Sol, la cual es biológicamente dañina. Debido a esta función beneficiosa, el ozono estratosférico es considerado “bueno”.

Sin embargo, el exceso de ozono en la superficie de la Tierra que se forma de los contaminantes se considera como “malo”, ya que puede ser perjudicial para los seres humanos, plantas y animales.

El ozono que se produce naturalmente cerca de la superficie y en la baja atmósfera es también beneficioso porque el ozono ayuda a eliminar los contaminantes de la atmósfera.

No obstante, la utilización durante años de ciertos productos químicos la han dañado, poniendo en peligro nuestra propia existencia y la del resto de seres vivos del planeta.

Las sustancias que agotan la capa de ozono son: Clorofluorocarbonos (CFC), Hidroclorofluorocarbonos (HCFC), Halones, Hidrobromofluorocarbonos (HBFC), Bromoclorometano, Metilcloroformo, Tetracloruro de carbono y Bromuro de metilo.

Los CFC se utilizan en productos en aerosol, como esterilizantes de equipos médicos y en una variedad de aplicaciones misceláneas que incluyen la congelación de alimentos, la expansión del tabaco, la fumigación y la terapia contra el cáncer.

También se han utilizado ampliamente en la fabricación de polímeros de espuma de poliuretano, fenólicos, poliestireno y poliolefina, utilizados en muchos productos diferentes.

El tetracloruro de carbono se utiliza como materia prima en la producción de productos farmacéuticos y químicos agrícolas clave, y como promotor de catalizadores.

Los halones: halón 1211 ampliamente utilizado en extintores de incendios portátiles. El halón 1301 uso generalizado en sistemas fijos en las industrias industrial, comercial, marina, de defensa y de aviación. El halón 2402, principalmente en el sector de defensa, industrial, marino y de aviación en algunos países.

Los HCFC (hidroclorofluorocarbonos) se utilizan ampliamente en los sectores de refrigeración, espumas, solventes, aerosoles y extinción de incendios como sustancia de transición para sustituir a los CFC.

El bromuro de metilo se usa ampliamente como fumigante en la agricultura, para el control de plagas en estructuras y productos básicos almacenados, y para tratamientos de cuarentena.

Este producto químico controla una amplia gama de plagas, incluidos patógenos (hongos, bacterias y virus transmitidos por el suelo), insectos, ácaros, nematodos y roedores.

Como vemos, por el uso de estos productos químicos la capa de ozono se ha deteriorado, la que nos protege de los rayos directos del sol.

Aunque suene a frase trillada, pero pongamos nuestro granito de arena: dejemos de usar aerosoles o utilizar aquellos que no la dañan. No echemos en saco roto si queremos seguir vivos y disfrutar de los revitalizantes rayos de sol. PdC.

 Foto de Casey Horner.

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