—Oye hermano ¿te puedo dejar por unas horas a mi hijo?, necesito salir, ya lo conoces, él es muy tranquilo, no creo que te de lata…
—¡Claro!, sabes que sí, se acompaña con Nora para que jueguen un rato, hace mucho que no nos visitas, y siempre es bueno que los primos convivan.
Luego de que Claudia le hiciera todas las recomendaciones a su pequeño hijo para que se portara bien en la casa de su tío y con su prima, salió presurosa; necesitaba estar puntual en una cita de trabajo, y desde luego no lo podía llevar con ella.
—Ya me voy hermano, no tardo mucho, apenas un par de horas, en cuanto termine la entrevista de empleo, inmediatamente regreso por mi niño.
—No hay problema, tú ve y concéntrate en lo tuyo, aquí va a estar bien.
Tranquila de que estaría en buenas manos y de que si se llegaba a tardar más de lo acordado, sus tíos le darían de comer y lo atenderían en lo que necesitara, Claudia tomó camino…
Luego de algunas horas y de regreso por su hijo; con el semblante desencajado, su hermano salió de inmediato a recibirla…
—¡Oye, no me vuelvas a dejar a tu hijo, ya llévatelo…!
—Pero ¿qué paso, te hizo alguna travesura, te rompió algo…?
—No, no me rompió nada, pero no me lo vuelvas a dejar…
—Pero ¿por qué?, no entiendo, ¿qué paso?, ¡explícame!
—Alex estaba jugando con Nora en la recámara de nosotros y de pronto sale corriendo y me pregunta: “oye tío, ¿por qué tienes guardados a unos señores allí adentro de tu ropero, para qué los guardas en el ropero…?” Yo le dije que no anduviera diciendo esas cosas, pero él nuevamente me contestó: “si tío, ahí están, el señor está vestido con su traje negro y con su sombrero negro largo para arriba, y la señora…”; en eso lo interrumpe Nora y me dice: “si papá, dice la verdad Alex, la señora está vestida de novia”.
Alex se da cuenta que su mamá llegó y sale corriendo a recibirla; al momento de abrazarla y darle un beso le dice: “oye mamá, por qué mi tío guarda a esos señores en su ropero…”
Los dos boquiabiertos y espantados sólo atinaban a voltear a ver a cada niño que sonrientes y curiosos les repetían:
—Sí papá, por qué guardas a esos señores…, le decía Nora su hija.
—Tío, por qué los guardas en el ropero, para qué los quieres allí…le insistía Alex, su sobrino…
Espantados y casi casi con los pelos de punta, los dos solo se miraban entre sí, mientras que los pequeños alegres saltaban y tomaban de la mano al tío y a la madre para llevarlos a la recámara y enseñarles.
—¡Vengan!, miren ahí están, los ven…
Entonces la escena se tornó alucinante, pues mientras los niños señalaban con sus pequeñas manos, madre y tío no veían nada…
Escrito por MM.