Las sustancias cancerígenas conocidas como PFAS (perfluoro y polifluoroalquiladas) fueron creadas en 1938 por el estadounidense Roy Plunkett. Son conocidas como “químicos para siempre o eternos”. Tan es así que pueden perdurar por miles de años y ningún rincón del mundo escapa a ellos.
Los han encontrado hasta en la Antártida. Una región con aproximadamente mil personas durante el invierno y cerca de cinco mil en verano; es del continente el menos habitado, y aunque gran parte de su territorio se mantiene virgen, la poca lluvia y la abundante nieve que cae ahí contiene PFAS.
Con este hallazgo, la comunidad científica concluye que, sin importar lo lejos y apartado del entorno, el agua pluvial, es decir, el agua de lluvia, dejó de ser potable en el mundo, culpa de los PFAS, compuestos no degradables por vía natural.
Así lo constataron expertos de la Universidad de Estocolmo y la Escuela Politécnica Federal de Zúrich tras una investigación de 10 años, cuyos resultados pueden leerse en la revista Environmental Science & Technology (edición del 16 de agosto).
A decir de la profesora del Área Urbano Ambiental en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Elena Tudela Rivadeneyra, enciende focos rojos pues parte importante del vital líquido que bebemos proviene de la captación de lluvias y de su escorrentía.
“Recordemos al Nuevo León de hace pocos meses y aquellas imágenes de presas secas, suelos agrietados por el Sol, nubes ausentes, agua repartida a cuentagotas y millares de regiomontanos molestos por la falta de chubascos. Atravesamos una crisis hídrica y saber que las precipitaciones pluviales traen consigo partículas riesgosas, lo complica todo”.
Los PFAS son un conjunto de más de cuatro mil 700 agentes químicos creados en laboratorio a mediados del siglo XX; es decir, no llevan con nosotros ni 100 años y se encuentran por doquier: se les ha detectado en lo más profundo de las fosas marinas, en los tejidos de animales de todas las geografías y se sospecha que cada uno, sin excepción, tenemos alguna cantidad en la sangre.
Gregorio Rafael Benítez Peralta, de la Facultad de Medicina de la UNAM, explicó que la exposición a estos influye en la disminución de la respuesta de anticuerpos, colesterol alto, crecimiento infantil y fetal mermado, cáncer de riñón, colitis ulcerativa, tiroiditis, eclampsia y preeclampsia (la Agencia Europea de Medio Ambiente añade a este listado sobrepeso e infertilidad).
En opinión de Elena Tudela es momento de replantear lo que hacemos en cuanto a gestión pluvial, pues actualmente las lluvias son una alternativa para abastecer de líquido a regiones marginadas.
Un ejemplo de ello es PROCAPTAR, programa gubernamental basado en la instalación de un sistema de captación con fines de abasto de agua potable a nivel familiar. “La precipitación es el vehículo a través del cual estas sustancias llegan al humano y afectan su salud”.
La profesora añadió que no se trata de desechar estos esfuerzos, sino de considerar las posibles afectaciones, y a partir de ahí generar protocolos más seguros.
Los PFAS es el resultado de la fusión de átomos de carbono y flúor, los que al principio se usaron en tanques de guerra, incluso en la bomba atómica, por sus propiedades hidro y oleofóbicas, rápido se comercializaron en una infinidad de productos domésticos, entre ellos la sartén con teflón. PdC.
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