Los hombres también la pasan mal en un mundo en el que su propio género machista los ha obligado a no quejarse y “aguantarse como los machos”. Como dijeran los expertos, la masculinidad se asocia con represión de las emociones.
Es cierto, quién no recuerda escuchar a los padres decir a los hermanos: “los niños no lloran”, “no llore o qué no eres hombre”, “solo las viejas lloran”, “aguántese como los machos”.
Y es que la masculinidad se asocia con un lugar de represión de las emociones: “nos enseñan que somos racionales, como si eso fuera equivalente a que no somos emocionales.
No podemos llorar cuando estamos tristes, o decir que tenemos ansiedad cuando no nos sentimos bien, y eso tiene efectos nocivos para nuestra salud”, señala el académico del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, César Torres Cruz.
Esa mirada binaria polarizada, estereotipada, donde lo masculino y lo femenino se contraponen, donde los varones son racionales y las mujeres emocionales, nada tiene que ver con la realidad. Todas las personas tenemos ambos aspectos, y establecer lo contrario tiene un impacto fuerte en la salud mental masculina.
Menciona que en términos estadísticos hay más diagnosticadas con trastornos psiquiátricos que varones. Eso se debe a que se establece una relación exacerbada entre la feminidad y la emocionalidad.
Hay una “bomba” que puede estallar en cualquier momento; es decir, “reprimimos emociones, no hablamos de cómo no sentimos, no nos atrevemos a expresar tristeza y ni siquiera emociones consideradas positivas, como felicidad.
Por eso hay menor cantidad de diagnósticos psiquiátricos; cuando un hombre llega a los servicios de salud es porque ya tiene un padecimiento que lo desborda, y muchos no llegan porque se suicidan. Es necesario hablar de este tema”.
En México, los varones tienen mayor probabilidad de morir más jóvenes en comparación con las mujeres.
En la Ciudad de México, según un estudio de los institutos nacionales de Estadística y Geografía, y de las Mujeres (2018), su esperanza de vida es cinco años menor, refiere el académico César Torres Cruz. PdC.
Foto de Daniel Reche.