¿Si saben que si a un ajolote se le corta una extremidad le vuelve a salir?, bueno pues esa es la razón por la que nuestro ajolote sigue siendo motivo de estudio.
Los investigadores analizan cómo funciona su mecanismo molecular para regenerar sus extremidades, qué es lo que su cuerpo hace para que le salga de nuevo; cuál es la clave para que ellos sí y nosotros los humanos no.
El ajolote (Ambystoma mexicanum) es, desde hace 17 años, uno de los modelos de estudio de Jesús Chimal Monroy, especialista del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM, interesado en conocer los mecanismos básicos que llevan a la regeneración de las extremidades.
Estudian el proceso de cómo se forman los dedos durante el desarrollo de las extremidades y el cómo regeneran las extremidades, y es que si se le amputa una extremidad completa, le vuelve a regenerar, por eso su interés es saber el mecanismo básico por el que sucede este proceso.
“Hay algunas moléculas que regulan el desarrollo embrionario, que también es interesante estudiarlas durante el proceso de la regeneración. Entre estas moléculas destaca el ácido retinoico, un derivado de la vitamina A”.
El investigador refiere que esta molécula es interesante, porque al tratar con ácido retinoico a ajolotes con extremidades amputadas, se regenera una extremidad completa a partir del sitio de la amputación y no solamente la parte faltante, esto sin importar donde se haga el corte.
Este fenómeno se le llama duplicación próximo-distal de la extremidad. Incluso hay experimentos que muestran que a mayores concentraciones de dicho ácido puede ocurrir la formación de una cintura pélvica.
Hasta ahora el ácido retinoico es el único factor conocido que induce esta duplicación próximo-distal de la extremidad. Los animales lo obtienen a través de la dieta, principalmente derivada de los betacarotenos (zanahoria, betabel, frutas naranjas y amarillas).
Me interesa entender el proceso de la regeneración de las extremidades, pero el modelo también lo utilizo para comprender cómo se establecen los patrones del esqueleto, dice Chimal Monroy.
El científico mencionó que existe evidencia de que el humano en edad de uno a cuatro años puede regenerar la punta del dedo, solo si la amputación ocurre a nivel de la uña, pero no lo hace si se compromete mayor cantidad de tejido.
Por lo tanto, “si logramos entender cómo un ajolote regenera, tal vez podamos entender por qué un humano no lo hace”. Este modelo ha servido para comprender la formación de los dedos.
En un artículo publicado en la “Gaceta Biomédicas”, del IIBO, Chimal Monroy y su colaboradora, Jessica Cristina Marín Llera, reconocen que la extremidad de los vertebrados es un modelo formidable para entender cómo las células se diferencian y se organizan para formar diferentes tejidos, como cartílago, hueso, músculo piel, tendones o ligamentos.
Explican que durante el desarrollo embrionario las extremidades surgen como pequeñas protuberancias (primordios) en los costados del embrión.
Estructuralmente, los primordios de las extremidades se asemejan a un saco relleno de células, en donde está formado por una sola capa de células denominada ectodermo, y dentro de este se encuentran células que provienen de un tejido llamado mesodermo.
Con los modelos de ajolote, pollo y ratón, y el apoyo de técnicas moleculares, celulares y manipulaciones in vivo, los investigadores se acercan cada vez más a comprender como se forman las extremidades; estructuras complejas que se han ido adaptando a través de la evolución. PdC.