Amamantar al bebé durante los primeros seis meses de vida es primordial para la salud del recién nacido por la protección frente a infecciones gastrointestinales.
Es más, en la primera hora de vida, la leche materna protege al recién nacido de infecciones y reduce la mortalidad neonatal.
Sin embargo, cuando la lactancia es parcialmente materna y artificial el riesgo de muerte por diarrea y otros males infecciosos puede aumentar en los bebés.
Pese a que es importante la lactancia materna, existen muchos casos en los que no es posible alimentar al bebé directamente del pecho materno, sino que la madre tiene que extraerse leche.
Pero ¿cuáles son las razones por las que una madre tiene que recurrir a la extracción de leche para alimentar a su bebé?
Una de las causas puede ser porque la producción de leche de la mamá no es suficiente y la extracción le ayuda a aumentar la cantidad.
Otra puede ser que el bebé no tenga suficiente fuerza o sea demasiado pequeño para succionar (bebés prematuros).
También es posible que la madre pase periodos de tiempo separada de su bebé, ya sea por la incorporación al trabajo o por otros motivos.
Dado que esta situación no es privativo de un país sino que se presenta en miles de madres en el mundo, el 27 de enero fue ideado para celebrar el Día Mundial de la Extracción de Leche Materna.
La fecha fue concebida por la canadiense Wendy Armbruster que inventó el primer extractor manos libres y creo una aldea digital para que las madres se apoyaran entre ellas.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la leche materna es una fuente importante de energía y nutrientes para los niños de 6 a 23 meses.
Puede aportar más de la mitad de las necesidades energéticas del niño entre los 6 y los 12 meses, y un tercio entre los 12 y los 24 meses. La lecha materna también es una fuente esencial de energía y nutrientes durante las enfermedades, y reduce la mortalidad de los niños malnutridos. PdC.
Foto de Sarah Chai.