Aunque el lupus es una enfermedad poco frecuente, los casos existentes constituyen un problema sanitario global; su prevalencia es de 40 a 100 casos por cada 100 mil habitantes, según datos de la Organización Mundial de la Salud citados por la Organización Médica Internacional.
En México, las estimaciones varían: de 20 y hasta 90 personas por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con estudios realizados en zonas específicas, como el estado de Nuevo León, refiere Ana Laura Hernández Ledesma, integrante del Laboratorio Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano de la UNAM, con sede en Juriquilla, Querétaro.
Sistema inmune en desequilibrio
El lupus es una enfermedad autoinmune crónica en la que el sistema inmunitario está desequilibrado y produce anticuerpos que destruyen tejidos y órganos sanos.
Afecta con mayor frecuencia a la piel, articulaciones, riñones, cerebro, corazón y pulmones. Si bien hay terapias disponibles para ayudar a controlar los síntomas, es un padecimiento incurable, refiere la Lupus Foundation of America.
Ana Laura Hernández explica que normalmente nuestro sistema inmune se encarga de protegernos de factores externos, como virus o bacterias, pero en ocasiones pierde la capacidad de discernir “qué soy yo, y qué no soy yo”.
Es decir, qué puede hacernos daño y que no, y ataca a componentes de nuestro propio cuerpo. De esta manera se producen aproximadamente 80 padecimientos autoinmunes, entre ellos el lupus, palabra que en latín significa lobo.
La científica añade que el daño que produce el sistema inmune puede ser amplio, a nivel cutáneo, del corazón, del sistema nervioso o del riñón, por ejemplo. Pero el lupus eritematoso sistémico, como indica su nombre, afecta a diversas partes del organismo.
Afecta más a las mujeres
Sus causas son desconocidas. Se cree que son varios los factores que convergen para su aparición: genéticos, ambientales y sociales, que se sumarían para propiciar que una persona tenga más probabilidad de desarrollar la enfermedad.
Además, se ha observado que afecta más a las mujeres (nueve por cada hombre); en ello podrían contribuir algunas causas, por ejemplo, hormonales.
También se cree que hay cierta carga genética ligada con el cromosoma X, del cual ellas tienen dos copias y los varones solo una. Asimismo, estudios señalan que hay poblaciones con mayor riesgo, con ancestrías latinas como la mexicana, o asiáticas.
La edad de la mayoría de las personas que presentan síntomas y reciben un diagnóstico se ubica de los 20 a 40 años; es decir, poblaciones en edad reproductiva y productiva.
Al respecto, abunda, debido a que el ataque del sistema inmune puede ir hacia casi cualquier célula o parte de nuestro cuerpo, los síntomas del padecimiento son variados, y sus manifestaciones no son las mismas de un paciente a otro.
Pueden incluir fatiga extrema, dolores de cabeza, dolor o inflamación en las articulaciones, fiebre, erupción cutánea en forma de alas de mariposa sobre las mejillas y la nariz, etcétera.
Eso vuelve complicado el diagnóstico y el seguimiento. “Hay personas que antes de seis meses, desde la primera manifestación, llegan a un diagnóstico”; en otros casos pasan años.
Con el tratamiento se busca controlar la respuesta inmune, razón por la cual se emplean medicamentos como los glucocorticoides y antimaláricos, refiere Hernández Ledesma. PdC.