La pandemia de COVID-19, además de que llegó para quedarse, pues todavía se presentan algunos casos, aun cuando ya no hay los miles de pacientes como sucedió al principio, vino a cambiar muchas áreas de la vida cotidiana.
Ejemplo de ello es que con la pandemia se elevó el número de consultas al psicólogo, las personas empezaron a hablar más de sus problemas y se dieron cuenta que no eran caso único o aislado; se percataron que no tenían que esconder lo que sentían.
Permitió que acudir con un psicólogo no se estigmatizara, que no se considerara como algo malo, sino como la ayuda que todos podemos necesitar.
Numerosas personas creativas y fuertes se enfrentaron a la pandemia de diferentes maneras: por ejemplo, adolescentes, y no pocos adultos, reforzaron sus redes sociales y amistades de manera virtual.
Indudablemente la pandemia afectó la salud mental de quienes se enfermaron; los que desgraciadamente fallecieron también sufrieron problemas psicológicos, además de los físicos, miedo terrible a la muerte, ansiedad y depresión.
Los que no se enfermaron, en el confinamiento vivieron con estrés notorio, algo no enfrentado en una dimensión así.
Refiere la profesora emérita de la Facultad de Psicología, de la UNAM, Emilia Lucio y Gómez Maqueo, al hablar sobre algunos de los aspectos esenciales del tomo 5 titulado Salud mental, afectividad y resiliencia, de la colección universitaria “La década COVID en México. Los desafíos de la pandemia desde las Ciencias Sociales y las Humanidades”
Antes tuvimos una epidemia de influenza que fue un factor de estrés, pero no se compara. Las medidas, a veces extremas, que se tuvieron que tomar y la falta de estrategias para lidiar con este confinamiento no ayudó, porque no estábamos preparados para eso”, recordó.
Agregó que hubo situaciones que podíamos haber realizado aún en el aislamiento y nos habrían hecho sentir mejor. Aunque en la mayoría de las personas la salud mental se vio afectada, algunas se adaptaron siendo creativas.
Lucio y Gómez Maqueo consideró que algo positivo del problema de la salud mental fue darnos cuenta que podemos tomar acciones para mejorarla; nos hizo muy visibles a los psicólogos, y creo que en estas condiciones siempre hay un reto que se puede superar.
“La pandemia hizo que brotaran cosas que normalmente no se veían tanto, pero que ya estaban. Por ejemplo, se incrementó muchísimo la violencia doméstica, porque para algunas personas convivir todo el día en un espacio muy pequeño era algo que no hacían, cada miembro de la familia tenía su vida aparte y eso impedía los conflictos”.
También aumentó la ideación suicida, sobre todo en los adolescentes, y creo que tiene que ver con una depresión por no saber qué va a pasar, hacia dónde va el mundo, cuándo voy a salir de esto. Eso también incrementó la ansiedad, explicó la académica.
Había gente que vivía tranquilamente y de repente se enfrentó a esto, perdió su trabajo, algún familiar; hubo adolescentes que se quedaron sin sus padres en unos días. PdC.
Foto de cottonbro studio.