La ansiedad es una reacción humana natural, es como un sistema de alarma que se activa cuando hay peligro, cuando se siente amenazado. Cumple una función básica de supervivencia. Hasta cierto punto puede considerarse normal, pero cuando ésta es frecuente y afecta al organismo, la mente y lo social, es importante buscar ayuda psicológica.
Por naturaleza, todas las personas experimentan sentimientos de ansiedad de vez en cuando, como inquietud, nerviosismo, preocupación, temor o pánico, de acuerdo a lo que vive en su dinámica del día a día. Esas sensaciones pueden ser leves, moderadas o intensas, dependiendo de la persona y la situación.
Sin embargo, cuando la ansiedad es demasiado fuerte, puede impedir el sano desarrollo. Es por ello que las circunstancias que vivimos a nivel mundial y en el país ha generado que los casos de ansiedad vayan en aumento.
Es así como de repente se producen las sensaciones físicas típicas de ansiedad: aceleración del ritmo cardiaco y respiratorio, tensión muscular, sudor en palmas, temblor en manos y piernas y dolor de estómago; todo en respuesta al aumento de adrenalina y otras sustancias químicas del cerebro.
Digamos que cuando estas sensaciones se salen de control es que surgen los trastornos de ansiedad, unos de los problemas de salud mental más comunes donde se experimenta un exceso de ansiedad, miedo, nerviosismo, preocupación o terror.
Estos trastornos afectan a cualquier persona, sin importar su edad y pueden presentarse de repente o aumentar poco a poco y persistir hasta que la persona empieza a darse cuenta de que no está bien.
También es común que el afectado no sepa el origen de estas emociones, preocupaciones y sensaciones.
Sus síntomas más comunes son: sensación de nerviosismo, agitación o tensión, de peligro inminente, pánico o catástrofe, aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada (hiperventilación), sudoración, temblores y sensación de debilidad o cansancio.
Además de estos síntomas hay otros como problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual; para conciliar el sueño, daños gastrointestinales y dificultad para controlar las preocupaciones.
Hay diferentes tipos de trastorno de ansiedad y se denominan con nombres que reflejan sus síntomas específicos.
Es el caso de la ansiedad generalizada, cuando existe preocupación excesiva sobre todas las cuestiones: escuela, trabajo, salud, seguridad, familia, el futuro, dinero, etcétera. Los síntomas comunes son físicos: dolor en el pecho, cansancio, tensión, dolor de cabeza, estómago o vómito.
La ansiedad por enfermedad que incluye síntomas de ansiedad o pánico intensos que son directamente causados por un problema de salud físico.
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC), en el que la ansiedad se traduce a obsesiones, pensamientos negativos o compulsiones; fobias que se traducen en temores intensos a situaciones específicas pero que no son realmente peligrosas y que hacen que las personas eviten lo que les provoca miedo.
La fobia social (ansiedad social), se desencadena ante situaciones sociales como hablar en público; crisis de angustia, episodios ocurren sin razón aparente y la persona también presenta síntomas físicos como palpitaciones, sensación de ahogo, falta de aliento, mareo, entumecimiento y hormigueo.
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) nace de una experiencia previa que fue traumática o aterradora. Hay recuerdos constantes de la experiencia, pesadillas y temor.
¿Cómo hacer frente a los trastornos de ansiedad?
El tratamiento de los trastornos de ansiedad debe ser siempre recomendado por profesionales de la salud mental o terapeutas, a fin de idear un plan de ayuda para que el paciente mejore su calidad de vida. PdC.
Con información de Mayo Clinic y Kids Health
Foto de David Garrison.