CDMX, Septiembre 22/23.- Es común satanizar a las personas adictas, sin embargo, como dicen los expertos, el consumo y abuso de sustancias es multifactorial, razón por la cual se deben dejar de lado prejuicios y frases como “lo hace porque quiere”, ya que en realidad los adictos están atrapados en una enfermedad.
Se ha visto que el paciente crónico, es decir, el que hace uso de drogas durante años, ya no siente el placer que experimentaba al inicio de esta práctica, señala José Francisco Octavio Gómez González, especialista en psiquiatría infantil y de adolescencia, y colaborador en las unidades de hospitalización de los Centros de Integración Juvenil.
Al participar en el Conversatorio La sobredosis: ¿consecuencia individual o un problema social?, organizado por la Escuela Nacional de Trabajo, explicó que como parte del circuito del placer, se encuentra el hipocampo, una parte del cerebro donde también se ubica la memoria.
Si escuchamos cierta canción pueden surgir recuerdos en nosotros, sensaciones que nos hacen revivir determinadas situaciones.
Relató que la psiquiatra Nora Volkow, como parte de sus estudios, administró cocaína a pacientes que nunca habían consumido y observó en las imágenes cerebrales que presentaban actividad relacionada con el placer; no obstante, quienes tenían años de hacerlo, ya no la registraban.
Una de las situaciones que lleva a la sobredosis es que ya no encuentran el mismo efecto: la cocaína puede provocar infarto o isquemia cerebrales; y la heroína o algún tipo de opiáceos, la muerte en solo unos minutos, alertó.
Se observa que el uso y situaciones de abuso se pueden enlazar con otros aspectos; de ahí la importancia de verlo de manera multifactorial, precisó.
Mitsi Nieto Durán, psicóloga, maestra en desarrollo educativo y doctora en ciencias sociales, recalcó que las razones para iniciar y permanecer en el consumo pueden ser distintas.
Actualmente, se vinculan con la tecnología, entretenimiento rápido y fácil, sobreexposición de la vida privada, artefactos que dan “sentido” a la existencia y que es necesario remplazar con frecuencia; la última moda, lo nuevo sin fin. El consumo se puede volver problemático, adictivo.
Un sujeto que usa una sustancia como cocaína tiene una historia de otras adicciones, fracaso escolar, desintegración en sus ámbitos sociales, etcétera.
Por eso hay que pensar en una atención que no sea la satanización, sino la escucha y mirada al sujeto que no es “el adicto” o “el mariguano”, sino José, Pedro o el nombre que lleve cada persona. “Ese es el reto para nuestras disciplinas”.
¿La sobredosis es resultado del sujeto con sus consecuencias individuales? ¿O es la sociedad quien lo enferma ofertándole objetos y consumos infinitos? Posiblemente ambas.
Ahora, hay que avanzar en el camino de la salud mental, y primero dejar de satanizar ciertas adicciones y hablar del modo en que podemos escucharnos, conocernos, cuidarnos de lo que nos produce adicción. “Hay que reconocer a nuestro monstruo, abrazarnos a nosotros mismos y decir no”, argumentó la experta.
Alejarse de su realidad
La responsable del área médica del Instituto de Educación Media Superior “Carmen Serdán”, Martha Patricia Heredia Ávila, expuso que la sociedad expía sus culpas señalando, haciendo ver a las personas que consumen como lacra, lo malo de la sociedad. Pero eso es como estigmatizar a los enfermos de hipertensión o diabetes.
Recordó que en todas las culturas ha habido mitos y ritos; las sociedades son religiosas. En las culturas maya y náhuatl había chamanes y sacerdotes que utilizaban sustancias psicoactivas y tenían una función: tener contacto con la divinidad y predecir lo que iba a ocurrir.
Para cumplir con sus funciones necesitaban un estado mental alterado: empleaban cannabis, nicotina, mezcalina del peyote, psilocibina de los hongos, etcétera. La huichol aún tiene chamanes.
Con frecuencia, quien consume quiere irse de su realidad y pasar a otro mundo para dejar de tener dolor, tristeza, miedo, odio, frustración o resentimiento, dijo.
Es una práctica multifactorial y la sobredosis un problema social. Hay que atender a cada persona y voltear a ver a la sociedad, tomar en cuenta lo individual, pero también lo colectivo, aseveró.
Rosalía Gabriela Vázquez del Mercado Jiménez, responsable jurisdiccional del Programa de salud mental y adicciones en la alcaldía Miguel Hidalgo, puntualizó: aunque nacemos sin información de la realidad o de la sociedad, tenemos una genética heredada de nuestros padres.
Hay un gen, el ALDH2, que tienen algunas personas y al nacer están predispuestas al consumo abusivo de ciertas sustancias, de las cuales, las más fáciles de conseguir y socialmente aceptadas son tabaco y alcohol.
“No las ven como droga; socialmente no lo son, pero en realidad sí afectan el sistema nervioso central y producen una sensación de placer, que engancha a los jóvenes y adolescentes”. PdC.