“Napoleon” de Ridley Scott ofrece un espectáculo visual deslumbrante, comparable a las obras anteriores del director. Desde la épica batalla de Austerlitz hasta el incendio de Moscú y la derrota en Waterloo, la película presenta el ascenso y la caída de Napoleón Bonaparte de manera grandiosa. Sin embargo, sufre por una estructura y estilo de edición desgastados, posiblemente debido a un montaje más largo que se lanzará en Apple TV+.
A pesar de sus 156 minutos, la película se siente trunca debido a la falta de coherencia en las escenas y transiciones poco elegantes. La relación entre Napoleón y Joséphine se representa de manera laboriosa, sin cuajar completamente, y el tono oscilante, que va desde la comedia hasta la sátira, afecta la cohesión del personaje de Bonaparte.
Aunque Scott parece despreciar a Bonaparte, Joaquin Phoenix brinda una actuación estelar exuberantemente autoindulgente. Su representación de la petulancia y la depravación emocional contrasta maravillosamente con su fisicalidad robusta y su actitud despiadada en el campo de batalla. Pero en la actuación también hay licencias…
Vanessa Kirby como Joséphine se ve perjudicada por la falta de coherencia en la película, adoptando un enfoque más fundamentado pero dejando al personaje distante de Napoleón.
A nivel técnico, la película es visualmente impresionante, con imágenes masivas y coreografía de acción excepcionales.
Aunque la virtuosidad técnica es evidente, la falta de conexión emocional con los personajes afecta la experiencia general.
La versión actual de “Napoleon” es una cáscara agrietada de la visión original de Scott, lo que explica sus limitaciones. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.
Napoleón la puedes ver en el cine.