Miscelánea

Difícil aceptar que el padre NO lleve la batuta

Cuántas veces hemos escuchado que son los hombres el pilar del hogar, el sostén de la casa, el jefe de familia, el que lleva la batuta, muchas, sin embargo la situación ha cambiado y en la sociedad actual ser jefa o jefe de familia es asumido por el poder adquisitivo o el éxito, lo cual comienza a generar roces y problemas que afectan la salud emocional de la familia.

Y es que en estos tiempos existe un segmento amplio de papás que generan menos ingresos que su pareja mujer, lo que lleva a que la batuta de la relación la ejerza la mamá.

El que el hombre por mucho tiempo haya sido el proveedor del hogar, es un molde social difícil de quitar y que por lo mismo, cuando el hombre no aporta nada en casa por falta de empleo o su contribución es menor, le pega más en lo emocional.

Ante este nuevo escenario, si no existe comunicación o empatía por la situación o si ya existían conflictos de pareja, a la larga el problema puede afectar a los hijos, explica la maestra Susana Salazar Gómora, coordinadora del Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI).

Ella considera que bajo ciertos escenarios podría desembocar en un probable divorcio, o si la situación de desempleo del esposo se prolonga por más de seis meses, las posibilidades de separación aumentan de manera considerable.

Y los efectos de ello ya se comienzan a manifestar, pues señala que el número de parejas que acuden a la clínica del Centro con esta problemática va en aumento. Actualmente representan el 30 por ciento de la consultas.

“El problema se agudiza cuando hay mujeres altamente dominantes y hombres con un pasado de sumisión sobre todo ante el género femenino”.

Las especialistas de CEEPI han detectado que los hombres que viven este tipo de relación lo pueden asumir con enojo, se sienten impotentes y devaluados, lo cual puede afectar no sólo la relación de pareja sino a los hijos menores.

Y es que los hijos asumen las agresiones entre mamá y papá como propias. Señala que por experiencia profesional saben que puede ser el detonante para iniciar un proceso de divorcio muy violento, que dejará muchas secuelas emocionales en los niños.

Susana Salazar, especialista en psicología familiar, explica que a todo esto se suman los moldes sociales que no se quitan tan fácilmente, aunque se esté promoviendo la igualdad y la inclusión.

Pues dice, se trata de costumbres que han regido la vida de las parejas durante mucho tiempo; entonces, un padre que aporta poco o nada en cuestión económica al hogar, es calificado como ‘débil’ por otros hombres; sin embargo, las propias mujeres también pueden devaluar a un varón, desde la misma relación de pareja o familia (suegros, padres, hermanos, cuñados e incluso los propios hijos).

Aunque no todo está perdido, ya que una pareja con esta problemática es factible que pueda salir adelante, no obstante, aclara que si se presentan discusiones  o peleas de forma constante, lo ideal sería que ambos acudieran a una terapia psicológica.

“En el trabajo psicoterapéutico comprenden su historia como personas, comienzan a conocerse y a perdonarse sus fallas. La mayoría de los casos las parejas mejoran sus relaciones, sobre todo cuando hay amor y disposición para salir delante del problema”. PdC. 

 Foto de Timur Weber.

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