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Obesidad: epidemia social y contagiosa

CDMX, Septiembre 17/23.- Pastillas van, pastillas vienen; dietas mágicas van, dietas mágicas vienen… lo cierto es que para atender el problema de obesidad no existe una “varita” que con solo agitarla desaparezcan esos kilos de más y sus consecuencias de padecer de sobrepeso.

Y es que la epidemia de obesidad que vivimos hoy día no se puede explicar solamente por cuestiones genéticas, también tiene que ver el entorno individual o social.

Aunque se quiera, no hay dietas mágicas para atender la obesidad; una vez que se reconozca que estamos frente a un padecimiento se debe buscar ayuda de profesionales de la salud para que establezcan tratamientos individualizados.

Va más allá de lo estético…

La directora de Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, Salvador Zubirán, Martha Kaufer Horwitz, señala que la obesidad es más que una cuestión cosmética o estética; debe reconocerse como una enfermedad seria, cuya prevalencia se ha disparado en los últimos años a nivel mundial.

Explica que ésta enfermedad se caracteriza por el cambio en la composición corporal de las personas debido a una acumulación excesiva o anormal de grasa, que puede perjudicar severamente la salud.

Al dictar la conferencia Obesidad: causas, consecuencias y tratamiento, en ocasión del coloquio organizado por el Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología, de la Universidad Nacional, la especialista dijo que es importante reconocerla como un mal complejo y con múltiples riesgos.

Epidemia contagiosa…

La obesidad va más allá de un exceso de peso, toda vez que tiene una etiología multifactorial cuyas causas van desde lo genético en lo individual hasta factores familiares o comunitarios que terminan afectando a sociedades enteras, a tal grado que se considera una epidemia social contagiosa.

Existen estudios y artículos publicados en revistas especializadas de prestigio como Journal of Medicine, que demuestran cómo es un padecimiento que se contagia a partir de las relaciones tanto sociales, como de proximidad geográfica entre las personas, precisa Kaufer Horwitz.

La forma de transmisión, a diferencia de las enfermedades infecciosas, no son los vectores, sino la alimentación, actividad física, estilo de vida, que finalmente son procesos indispensables para la supervivencia humana y para la interacción social.

Considera que la causa de este mal, tiene que ver con un desequilibrio en el balance energético, pero existen otros factores que inciden directamente como las causas bioquímicas o fisiológicas relacionadas con la ingesta de alimentos y la disponibilidad de estos.

El problema está a partir de la producción de comestibles, cuál es su disponibilidad en mi entorno que hace que los consuma y afecten mi fisiología individual y, por lo tanto, el balance energético.

También depende de la psicología individual o social. “¿Qué como cuando estoy triste, cuando estoy contento o cuando estoy estresado?”.

Esta epidemia de obesidad que vivimos hoy día no se puede explicar solamente por cuestiones genéticas, porque la genética tarda años, miles de años en modificarse mientras que los ambientes se modifican más rápidamente.

Yo puedo tener una propensión o una susceptibilidad para presentar obesidad, pero tiene que haber algo en mi entorno, ya sea individual o social, que haga que se detone, enfatiza.

Los ambientes obesogénicos están por todos lados y el gran desafío es identificarlos para trabajar -junto con los profesionales de la salud- en las herramientas para contender con ellos.

La especialista considera que a nivel individual son tres las principales causas que contribuyen a la ganancia de peso: metabolismo lento, incremento en el consumo de alimentos y la reducción de la actividad física.

Sobre las consecuencias o repercusiones, comenta que existen factores de riesgo que acompañan a esta enfermedad que pueden abarcar desde cuestiones psicosociales como depresión, ansiedad y baja autoestima.

Hasta problemas endócrinos, diabetes, enfermedades cardiovasculares, alteraciones en los lípidos, hipertensión, alteraciones renales y gastrointestinales, así como una de las comorbilidades más frecuentes y de difícil detección: hígado graso.

De acuerdo con estimaciones oficiales, la investigadora refiere que en México más de 30 por ciento de las personas presentan algún nivel de obesidad, de ellas 80 por ciento enfrentan alteraciones metabólicas, mecánicas y psicológicas.

Martha Kaufer asegura que estudios recientes confirman que las personas con obesidad o exceso de peso son más propensas a desarrollar -en el corto plazo- alteraciones metabólicas de alto riesgo, en una proporción alta.

Por ello, deben plantearse algunos objetivos claros como adquirir hábitos saludables de alimentación, incrementar la actividad física, respetar las horas de descanso y sueño, manejar de la mejor manera el estrés y mantener un peso adecuado y una composición corporal equilibrada para mejorar nuestra calidad de vida. PdC.

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