CDMX, Octubre 16/23.- Es común que cuando un niño muy pequeño no quiere obedecer, los padres le infunden miedo para que se comporte; a veces la “medida” de disciplina surte efecto, sin embargo, el hijo crece, pero el miedo puede permanecer.
Hay que aclarar que ésta no es la única causa de los miedos infantiles, también se pueden deber a otros factores como a la pérdida de los abuelos, de la mascota, de alguno de los padres o el divorcio de ellos; problemas en la escuela con los profesores o con los compañeros, etcétera.
Pero ¿Cómo deben actuar los padres frente al miedo de sus hijos?
De acuerdo a la psicóloga consultora de Mapfre, Elena Mató, la actitud de los padres es fundamental para evitar que un determinado miedo se mantenga durante demasiado tiempo o se agrave.
Ellos no deben sobre proteger al pequeño ante una situación temida (por ejemplo, cogiéndolo en brazos o sacándolo de la situación) ya que de esta forma le están confirmando al niño que la situación es realmente peligrosa.
En vez de esto, la actitud general debe consistir en fomentar progresivamente una mayor autonomía en el pequeño, capacitarlo para afrontarse a las situaciones por sí mismo y conseguir, de esta forma, que vaya adquiriendo independencia y seguridad.
Hay que evitar enfadarse con el niño o ridiculizarlo debido al miedo que siente. Hablar con él dándole la oportunidad de expresar abiertamente sobre lo que teme y darle a la vez explicaciones tranquilizadoras que le ayuden a darse cuenta progresivamente de que se trata de un miedo infundado.
Demostrar con la propia actitud que realmente no pasa nada, convirtiéndose en modelos válidos para el niño o facilitarle experiencias en las que observe a otros niños afrontando, sin problema, la situación temida.
La especialista Mató considera que como padres es fundamental no impacientarse y darle tiempo a su hijo para superar un determinado miedo.
No presionarlo ni obligarlo a afrontar bruscamente el hecho temido es una buena actitud, ya que forzarlo puede tener un efecto contrario, es decir, el miedo podría aumentar.
También es importante poner atención en los casos en los que un determinado miedo se prolonga por mucho tiempo, provoca respuestas de gran intensidad, causa un malestar significativo en el niño o interfiere excesivamente en su vida diaria.
De ser así, la experta sugiere buscar ayuda profesional por parte de un psicólogo infantil.
En tanto, ¿cómo se pueden prevenir los miedos infantiles?
La psicóloga Elena Mató escribe en su colaboración publicada en el blog sobre salud de Mapfre, que los padres deben educar de manera positiva, priorizando la amabilidad, la motivación y el respeto, antes que hacer uso del castigo y la amenaza.
Evitar asustar al niño o utilizar el miedo como forma de control (comúnmente se utilizan frases como: “Si no te portas bien vendrá el coco”).
Vigilar y controlar la programación que el niño ve en la televisión, prestando especial atención a los contenidos de terror, drama o violencia.
No contarle cuentos o historias de terror, ni incidir especialmente en los aspectos más temibles de los cuentos tradicionales. Por el contrario, es una buena práctica el hecho de contarle cuentos o historias en las que niños como él se enfrentan y superan determinados miedos o dificultades.
Enseñarle a solucionar por sí mismo las pequeñas dificultades que le puedan ir surgiendo en su dinámica diaria habitual. Elogiar cualquier pequeño comportamiento de valentía.
Así que papás, nada que a la menor señal de desobediencia de sus hijos pequeños, los asusten con las clásicas frases de: “te va a llevar el señor del costal”, “va a venir el monstruo y te comerá”, “ahí viene el coco”, “le llamo al doctor para que te ponga una inyección” o “te llevo con el dentista”…PdC.