“El Palacio de la Luna” marca mi primer encuentro con la obra de Paul Auster, catapultándolo directamente al podio de mis autores favoritos. Esta novela, repleta de aparente sencillez, se teje con la prosa elocuente y apasionante de Paul Auster, atrapando al lector en una trama cautivadora que desafía la cordura con disertaciones sobre lo cotidiano y frases finales contundentes.
El relato se desenvuelve con meticulosidad, sembrando pistas que luego recoge con maestría, llevando al lector por un camino de sorpresas y revelaciones. Los personajes, desde el protagonista hasta secundarios como Effing, Kitty Wu y Solom, están ricamente detallados, cada uno con su propio cosmos de información.
Aunque hubiera deseado más diálogos entre ellos para explorar sus personalidades de forma más orgánica.
En esencia, he disfrutado cada párrafo de esta novela. Paul Auster, demuestra ser un mago de las palabras, hilando historias secundarias con eficiencia mientras teje un tapiz de sincronicidades en torno al protagonista, Fogg. La obra reflexiona sobre la dualidad del éxito y el fracaso, la riqueza y la pobreza, llevándonos al equilibrio y al punto de partida al final del viaje.
La narrativa evoca la idea de José Saramago en su “Ensayo sobre la ceguera”, explorando suposiciones hasta sus últimas consecuencias. Auster nos sumerge en tres historias, tres posibilidades, cada una llevada a su conclusión inevitable. Pero incluso en los callejones sin salida, siempre hay una salida posible.
“El Palacio de la Luna” es un libro triste, profundo y bello, impregnado de sabiduría. Paul Auster, nos regala frases memorables que resuenan en el corazón y la mente del lector, como la reflexión sobre desear demasiado las cosas que impide que sucedan. Es una obra donde la magia de Paul Auster, brilla con fuerza, recordándonos su habilidad para tejer historias que nos transportan a lugares inexplorados del alma humana.
Concluyo, “El Palacio de la Luna” es una obra que merece un lugar destacado entre los libros de cualquier amante de la literatura. Con sus protagonistas entrañables, sus giros sorprendentes y su profunda reflexión sobre la soledad y el destino, esta novela es un tesoro literario que me marcó con estas líneas:
– “Yo había saltado desde el borde del acantilado y justo cuando estaba a punto de dar contra el fondo, ocurrió un hecho extraordinario: me enteré de que había gente que me quería. Qué le quieran a uno de ese modo lo cambia todo.
No disminuye el terror de la caída, pero te da una nueva perspectiva de lo que significa ese terror. Yo había saltado desde el borde y entonces, en el último instante, algo me cogió en el aire. Ese algo es lo que defino como amor. Es la única cosa que puede detener la caída de un hombre, la única cosa lo bastante poderosa como para invalidar las leyes de la gravedad.”–
Paul Auster (Nueva Jersey, 3 de febrero de 1947- 30 de abril de 2024, Brooklyn, Nueva York,) fue escritor, traductor y cineasta. Entre sus obras destacan La trilogía de Nueva York (1987), El libro de las ilusiones (2002), Brooklyn Follies (2005), Un hombre en la oscuridad (2008) e Invisible (2009). Ha escrito los guiones de las películas Smoke (1995) y Blue in the Face (1995), en cuya dirección colaboró con Wayne Wang, y Lulu on the Bridge (1998) y La vida interior de Martin Frost (2007), que dirigió en solitario. PdC.
Escrito por B. Del Ángel.