Miscelánea

Vigila tus modales

Por Bernat del Ángel.

Vivir en estrecha proximidad con desconocidos requiere normas sociales compartidas, pero el concepto de civismo puede dividirnos. Este año electoral no es uno cualquiera. Con la mitad de México listo para participar en votaciones democráticas, el 2024 está siendo llamado el año electoral en la historia política del país. A medida que los desacuerdos en torno a temas como la inmigración y el cambio climático llegan a su punto álgido, se espera que las escisiones sociales se amplíen aún más. Pero hay un ideal compartido que todavía une a muchas personas: el concepto de civismo.

En septiembre de 2021, una encuesta encontró que, si bien los votantes mexicanos son cada vez más pesimistas sobre los crecientes niveles de división política, tienden a creer muy firmemente en las normas de cortesía y respeto. El noventa y cuatro por ciento estuvo de acuerdo en que “el respeto mutuo es el primer paso para tener un gobierno que funcione”, y el 89 por ciento estuvo de acuerdo en que “la cortesía es el lenguaje del respeto”.

He estudiado la sociología de los modales y el lenguaje corporal durante años, y resulta que los modales realmente hacen a la humanidad. Mientras que muchas otras especies participan en actividades cooperativas, nuestra capacidad para compartir y dividir el trabajo entre extraños es un fenómeno “notable y exclusivamente humano”, escribe el economista evolutivo Paul Seabright.

La capacidad de depositar nuestra confianza en desconocidos se hizo posible hace unos 10,000 años mediante el desarrollo de normas compartidas diseñadas para fomentar el comportamiento prosocial y desalentar la desviación. Fue entonces cuando pasamos de grupos aislados de cazadores recolectores a sociedades complejas construidas sobre la cooperación mutua.

Sin embargo, palabras como “civismo” y “respeto” pueden ser de doble filo.

En Europa, el concepto de civismo se remonta al tratado De Civilitate Morum Puerilium de 1530 de Erasmo de Róterdam. Una guía de entrenamiento para jóvenes nobles, alentaba a los lectores a ser considerados con las necesidades de los demás, ofreciendo consejos como no escupir en el suelo ni meter las manos sucias en la comida.

En ese sentido, los modales pueden ser una fuerza significativa para el bien.

Pero los modales también se han utilizado para establecer jerarquías de estatus. La palabra “etiqueta” deriva de la década de 1600, cuando el rey Luis XVI de Francia usaba etiquetas (tarjetas pequeñas) alrededor de Versalles para aconsejar a los visitantes sobre las reglas codificadas de comportamiento esperadas en la corte. En lugar de fomentar la consideración, los modales eran una herramienta para discernir quién pertenecía a ciertas clases sociales.

Los historiadores han estudiado desde entonces el uso de “etiqueta racial” para regular el comportamiento. Desde Asia hasta las Américas, los opresores coloniales a menudo obligaban a las comunidades indígenas a realizar actuaciones humillantes de deferencia.

En la década de 1930, Norbert Elias publicó su épica sociológica El Proceso Civilizador. Señalando que los llamados al civismo y la propiedad suelen ser más enérgicos en tiempos de conflicto moral, Elias advirtió sobre los peligros de confundir los modales con la moralidad. Un exiliado judío de la Alemania nazi, había visto lo fácil que puede ser confundir la apariencia de una decencia ética civilizada con la decencia ética real.

Según Norbert Elias, el Tercer Reich utilizó deliberadamente exhibiciones de uniformes elegantes y modales cultivados como cubierta para actos de brutalidad inimaginable.

No fue la primera vez. Académicos como Brittney C. Cooper han escrito poderosamente sobre cómo las personas marginadas y menos favorecidas han necesitado cultivar imágen de “respetabilidad” para sobrevivir en una esfera pública hostil.

De ahí la necesidad de aparentar lo que no se es.

Al pedir civismo de nuevo hoy, entonces, debemos prestar atención a cuándo se utiliza una fachada de propiedad de buenos modales para lograr fines inmorales: la injusticia, la violencia y el ecocidio, todo se tolera siempre que todos hablen con calma y se comporten decorosamente.

Con tanto en juego en el 2024, necesitamos rechazar la apariencia de buena onda fake o respetabilidad a favor de construir un mundo genuinamente respetuoso en el que todos tengan igualdad de oportunidades para prosperar. Sugiero. PdC.

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