Por Bernat del Ángel.
Bienvenido al circo de la negación, donde la generosidad es un acto de malabarismo y la compasión una ilusión fugaz. En este espectáculo de egoísmo y desinterés, no esperes aplausos ni ovaciones. Aquí, en la arena de la indiferencia, te enfrentas a un público de sordos y ciegos que no ven tu dolor ni escuchan tus gritos de ayuda.
Es una carpa oscura y desolada, donde negarte ayuda es el lema no oficial. Donde las manos que se alzan para ayudar se convierten en puños cerrados, y los corazones que prometen compasión se vuelven piedra. Es como un juego de ruleta rusa, donde la única certeza es que la bala lleva tu nombre.
Te golpea como un latigazo, esa sensación de ser abandonado en medio de la tormenta. Te encuentras con las puertas cerradas, las miradas evasivas y los corazones fríos como el hielo. ¿Cómo es posible que aquellos a quienes considerabas cercanos, amigos, familiares, se conviertan en extraños en tus momentos más oscuros?
Tu primera reacción es de incredulidad. Te preguntas si estás viviendo en un mundo paralelo donde la empatía es un mito urbano y la solidaridad una ilusión fugaz. No puedes evitar sentirte traicionado por aquellos en quienes confiabas, decepcionado por la falta de compasión y apoyo.
Pero a ver, en medio de este escenario desolador, no te rindas. No permitas que la negación de ayuda por parte de otros te lleve a la oscuridad y al vértigo. Eres más fuerte de lo que crees, más resistente de lo que imaginas. La verdadera fortaleza no reside en la ausencia de problemas, sino en la capacidad de enfrentarlos con coraje, determinación y sin red.
Entonces, ¿qué hacer en este circo de la negación? Primero, busca otras alternativas. No te quedes paralizado por el rechazo inicial. Explora diferentes vías de apoyo, busca personas y recursos que puedan ofrecerte la ayuda que necesitas. No te conformes con la primera negativa, porque siempre hay otras puertas por abrir.
Segundo, mantén la esperanza. Aunque las luces en la pista parezcan apagarse, siempre habrá un destello. Confía en ti mismo, en tu capacidad para superar los obstáculos y encontrar soluciones. La esperanza es como un fuego interior, y aunque a veces pueda parecer débil, nunca se apaga por completo. Nunca.
Y tercero, sé compasivo contigo. No te castigues por necesitar ayuda, por sentirte vulnerable, por no poder resolverlo todo por ti mismo. La verdadera valentía reside en la aceptación de nuestras limitaciones y en la búsqueda activa de soluciones. No permitas que la negación de otros te hunda en la autohumillación. Levanta la cabeza, endereza la espalda y sigue adelante con determinación.
En el circo de la negación, no esperes milagros ni actos de magia. La realidad es cruda y despiadada, pero también es una oportunidad para crecer y aprender. No te rindas ante la indiferencia de otros. Sigue luchando, sigue buscando, porque cuando inicia la función, la única persona en quien puedes confiar completamente eres tú mismo.
A pesar de estar en el centro de la pista del desamparo, rodeado de simios y elefantes de la indiferencia, siempre habrá una fanfarria de esperanza, llegará del más oscuro rincón de la carpa.
Recuerda, eres el domador de leones, no el payaso. PdC.