Por Bernat del Ángel.
Já, llegué a otro cumpleaños. Siendo un imbécil lo conseguí.
Igual no soy el más imbécil que encontrarás, pero seguro toco premio.
Llego a los cincuenta y nueve… y que poco he vivido.
Asumo, lo poco que he vivido está en los textos que no escribo. Lo poco que he vivido está en los libros que no leo.
Lo poco que he vivido es una plática de café, te entusiasma tomando un tinto y lo olvidas tomando dos.
Ni emoción ni falsas esperanzas, lo poco que sé de vivir, apenas llena un corazón, de esos pequeños.
Joder, llegué a mi cumpleaños.
Un puñado de años que se acumulan con la esperanza y nula garantía de que además de canas y arrugas guarden también algo útil en forma de experiencia.
Esta vida la he sentido como una aventura y quizás como un juego. Siempre me ha gustado la palabra jugar, incluso para definir mi trote por estas casi seis décadas. Tan bueno como quieras y tan malo como lo necesites.
Pues eso, a partir de ahora, a la palabra joven le aplicaré un bótox semántico, y sí, de tal forma que abarque desde la edad que me gustaría tener hasta los años que pienso que le quedan a mi libido.
Los 60 serán los nuevos 40. Soy un titán, ¿A que sí?
Este cumpleaños no solo me pertenece a mí, sino a muchas personas, a todas esas que han ido añadiendo trozos de vida, parte de un rompecabezas individual de distintas sonrisas, formas, lágrimas y colores.
Todos esos ojos que marcan mi camino, esas bocas que hablan palabras sabias, esas almas que me acompañan hasta donde estoy.
Todas ellas son yo, y de alguna manera yo también soy esas personas.
Si miro hacia atrás me veo viejo, pero si echo ojo hacia adelante me veo joven, muy joven.
Todo un mozuelo.
Llegó mi cumpleaños.
Pero cuidado, lo vivido me hace creer en más cosas y no dar crédito a otras.
Creo en cosas concretas.
Por eso creo en la alegría, no en la felicidad.
Creo en la voluntad, no en la libertad.
Creo en las personas, no en la gente.
Creo en el alma, no en dios.
Creo que hay artilugios e individuos que la tienen, y artilugios e individuos que ya la han perdido para siempre.
No creo en el futuro. Pero aviso, me da por enamorarme de las personas que me hacen rectificar.
Y creo que saber, lo que es saber, realmente no sé nada.
Otro cumpleaños, igual toca celebrar.
No sé si lo merezco o no, pero creo haber sabido sobrevivir con dignidad y coherencia entre las subjetividades, el éxito, el fracaso y las luces de neón.
Este año, ha sido uno de los más intensos de mi vida. Iba a decir difíciles, prefiero decir intensos.
Y hoy… hoy digamos que todo se ha complicado. Para bien y para mal.
Porque la vida se complica. Sobre todo si pretendes vivir siendo fiel a lo que sientes y predicas. Y yo me siento MUY orgulloso de lo que siento y predico.
Bueno, termino, que sigo de titular en la segunda parte del partido de mi vida.
¡Ayer ya no cuenta, y mañana yo que sé!
En fin, quería compartir un buen texto, y me ha salido esto.
PD: Lujosos regalos no son obligados. Pero algún detalle sí que se espera.
Haz como que me quieres, estoy muy dispuesto a creérmelo.