El Rincón del Loco

“Toda la belleza del mundo” de Patrick Bringley

Patrick Bringley, en su debut literario, nos lleva de la mano a través de una década como guardia en el icónico Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

“Toda la belleza del mundo” no es solo un libro sobre arte, sino sobre el poder transformador del tiempo y la quietud. ¿Cómo logra alguien encontrar libertad en un trabajo aparentemente monótono? Ese es el corazón de esta obra: un hombre que, enfrentando la pérdida de su hermano, huye del bullicio y encuentra refugio en un lugar de inmensa belleza, donde el arte y el tiempo se entrelazan.

El atractivo de “Toda la belleza del mundo” radica en su capacidad para abrir las puertas del Met y mostrarnos un mundo que pocos llegan a conocer. Desde los entresijos logísticos de esta mastodóntica institución hasta las peculiaridades de quienes la visitan, Patrick Bringley desmenuza el museo desde la perspectiva única de un vigilante. Pero no se queda solo en las anécdotas.

Sus reflexiones sobre el arte, su apreciación y la conexión emocional que establece con ciertas obras elevan el relato, convirtiéndolo en algo más que un simple diario de memorias. Detalles sobre obras específicas y los sentimientos que despiertan son pequeñas joyas que los amantes del arte agradecerán.

En sus momentos más brillantes, Patrick Bringley consigue transmitir cómo el tiempo opera de manera distinta en las salas del museo. Como vigilante, su trabajo le dio un margen único para reflexionar, divagar e incluso reconectarse consigo mismo. Hay una cierta poesía en las descripciones de su día a día: sumergido en el “movimiento de tortuga del tiempo”, contando figuras en cuadros de maestros antiguos o perdiéndose en los trazos de Georgia O’Keeffe. La sensación de paz que narra, ese permiso que el arte le otorgó para detenerse, es quizás uno de los aspectos más conmovedores de su experiencia.

Sin embargo, “Toda la belleza del mundo” no evita tocar temas personales que, aunque en un principio podrían parecer un desvío del tema central, se integran con destreza. La muerte de su hermano, que lo llevó a dejar un trabajo en The New Yorker para aceptar un puesto en el Met, no es solo una anécdota, sino un recordatorio de la fragilidad de la vida y de cómo el arte puede consolar en momentos oscuros. Patrick Bringley aborda este tema con sensibilidad, sin alargarlo innecesariamente ni desviar la atención del lector.

Dicho esto, “Toda la belleza del mundo” no es perfecto. A veces, la prosa busca metáforas que no terminan de aterrizar, y ciertos pasajes pueden sonar forzados en su intento de capturar emociones indescriptibles. Pero estos deslices son menores frente a la autenticidad de su relato y la profundidad de su mensaje.

Concluyo, “Toda la belleza del mundo” es un homenaje al arte, al tiempo y a las posibilidades de redescubrimiento que nos ofrece la quietud. Patrick Bringley nos invita a desacelerar, a perder el miedo a sentirnos pequeños frente a lo inmenso, y a confiar en el poder de la belleza para transformarnos. Al cerrar el libro, es inevitable sentir ganas de vagar sin rumbo por un museo, dejarse envolver por las historias que las obras susurran y, quizás, redescubrir algo perdido en nuestro interior.

Patrick Bringley (Nueva York, 1984) Actualmente dirige visitas públicas y privadas al Met e imparte conferencias en todo el mundo. Entre los lugares a los que ha sido invitado se cuentan el Met, la National Gallery de Londres, el Museo de Bellas Artes de Boston, el Museo Peabody-Essex, el Museo de Arte de San Luis, el Museo de Arte de Dallas, el Museo Chrysler, la Universidad de Virginia y el Festival de Literatura de Emirates Airlines en Dubai.

Vive con su mujer y sus hijos en Sunset Park, Brooklyn.

Toda la belleza del mundo, su primer libro, se ha traducido a varios idiomas y se adaptó a una obra de teatro que se estrenó en el Festival Literario de Charleston en noviembre 2024. PdC.

Escrito por B. Del Ángel

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