Daniel Calparsoro, fiel a su estilo de “artesano del thriller”, vuelve a la carga con “Atentado en Madrid”, una película que podría llevar cualquier título genérico de acción pero que, curiosamente, tiene un aire de inconfundible solemnidad. Aquí el director no engaña a nadie: ofrece acción pura, giros imposibles y una buena dosis de adrenalina que, si aceptas sus reglas, puede ser hasta entretenida. Pero eso sí, prepárate para desconectar la lógica, porque aquí lo inverosímil y lo caprichoso juegan de la mano.
La trama arranca con una explosión espectacular en el aeropuerto de Madrid. Santi (Luis Tosar), un taxista atormentado por la muerte de su hija, termina convirtiéndose en rehén de Hamza, un terrorista arrepentido que todavía lleva un chaleco bomba pegado al pecho. Desde ahí, el pobre Luis Tosar —hombre corriente enfrentado a lo extraordinario— se convierte en un héroe accidental, una bomba humana caminando por la Gran Vía de Madrid.
La primera media hora es tensa, vibrante y hasta prometedora: el caos del atentado está bien retratado, y el ritmo no da respiro. Pero conforme avanza la película, la trama se retuerce hasta desmoronarse bajo el peso de sus propias ambiciones. La cadena de acontecimientos raya el absurdo y, aunque Luis Tosar logra sostener la cinta con su habitual solvencia, no basta para tapar las costuras narrativas ni los errores de continuidad. Es como si el guion hubiera nacido de una lista de “cosas que tienen que pasar sí o sí” sin importar la coherencia.
El guion también tropieza con los clichés más desgastados del género: villanos planos, fuerzas del orden de manual y diálogos que suenan más escritos que hablados. Aquí todo el mundo actúa con una profesionalidad exagerada, como si estuviéramos viendo una versión ibérica de Misión Imposible. Las fuerzas especiales siempre van un paso por delante, toman decisiones perfectas y se comportan como héroes de cartón piedra, lo que acaba por restarle cualquier atisbo de realismo.
Eso sí, hay que admitir que Daniel Calparsoro sabe cómo mantener el pulso del thriller. “Atentado en Madrid” no da tregua: persecuciones, explosiones y música perrona mantienen al espectador distraído, aunque sea con el ceño fruncido. El problema es que, al menor intento de reflexión, el castillo de naipes se derrumba. El dramatismo excesivo y las soluciones forzadas terminan generando un patetismo involuntario que, en más de una escena, provoca risas donde debería haber tensión.
En el apartado actoral, Luis Tosar brilla con esa contención emocional que lo caracteriza, logrando transmitir humanidad en medio del caos. Por desgracia, el resto del elenco no tiene la misma suerte: algunos personajes parecen caricaturas y otros simplemente no encuentran su sitio, como una Inma Cuesta desdibujada con casco de policía incluido.
En conclusión, “Atentado en Madrid” es una película de acción tan tópica como exagerada. Si entras al juego y no le pides más que espectáculo, puede cumplir con creces. Pero si buscas algo de profundidad o una crítica seria al terrorismo, mejor mira hacia otro lado.
Daniel Calparsoro, como buen veterano, ha firmado un entretenimiento funcional que combina suspense, solemnidad y un puñado de giros imposibles. Para algunos será un disparate, para otros, una reconciliación con un cineasta que, al menos, tiene la perseverancia de seguir haciéndolo a su manera. Prescindible. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.