“Una cabeza cercenada” de Iris Murdoch es una tragicomedia feroz y humana.
No es una novela cualquiera; es una danza peligrosa entre la tragedia y la comedia, un festín literario que, con descaro y sin remordimientos, desmenuza las complejidades del amor, el matrimonio y la fidelidad. Publicada como la séptima obra de Iris Murdoch, no solo demuestra su madurez narrativa, sino que también consolida su capacidad para sumergirse en los rincones más oscuros y absurdos de las relaciones humanas. Nuestras relaciones.
En el Londres de los primeros años sesenta, una época en la que la revolución sexual comenzaba a sacudir los cimientos de la sociedad, Iris Murdoch nos presenta a Martin Lynch-Gibbon, un narrador tan encantador como cínico. Martin es un cuarentón acomodado, burgués y hedonista que vive una existencia aparentemente plácida: un matrimonio con Antonia, más práctico que apasionado, y una amante joven y atractiva que le ofrece el contraste perfecto.
Pero su burbuja se revienta cuando Antonia, con una franqueza escalofriante, le confiesa su relación con su psicoanalista, Palmer Anderson, y pide el divorcio. Aquí comienza una Navidad para el olvido y, con ella, un desmoronamiento total de la vida que Martin creía controlar.
El relato no se detiene ahí. Honor Klein, la hermana de Palmer, entra en escena como un elemento disruptivo. Honor, una antropóloga poco agraciada y de personalidad enigmática, no solo sacude las dinámicas ya tensas entre los personajes, sino que también actúa como un catalizador para que las emociones reprimidas, los secretos y los deseos más oscuros salgan a la luz. Entre relaciones cruzadas, celos y traiciones, Iris Murdoch convierte la trama en una comedia de enredo que se desborda con giros rocambolescos, pero que nunca pierde la profundidad psicológica que la caracteriza.
La grandeza de “Una cabeza cercenada” reside en su habilidad para abordar temas oscuros —adulterio, incesto, suicidio— sin dejar de lado un tono profundamente cómico. Esta dualidad es, quizás, su mayor logro. Como si se tratara de una tragedia jacobina revestida con la frivolidad de una comedia, Iris Murdoch nos lleva de la risa a la incomodidad en un parpadeo. Su sentido del humor es afilado, irónico y un tanto existencialista, propio de alguien que estudió y digirió a Sartre con detalle.
Los personajes, por su parte, no están diseñados para ser amables o fáciles de amar. Martin, con su egoísmo descarado y su incapacidad para enfrentar las consecuencias de sus acciones, es tan detestable como fascinante. Antonia, Palmer, Honor y el resto del elenco completan una red de relaciones caóticas, marcada por la fragilidad humana, las contradicciones y los impulsos más básicos. En el fondo, todos ellos son espejos deformantes de lo que somos o podríamos ser en momentos de crisis.
Con esta obra, Iris Murdoch nos hace conscientes sobre las máscaras que llevamos en nuestras relaciones, los vacíos que tratamos de llenar con afectos equivocados y la elasticidad de la felicidad, siempre esquiva y cambiante. “Una cabeza cercenada” es una mezcla explosiva de deseo, identidad, celos y autodescubrimiento. Lo cómico y lo trágico se entrelazan en una narrativa que, aunque a ratos puede parecer caótica, nunca pierde fuerza.
“Una cabeza cercenada” es más que un simple relato de enredos amorosos; es una radiografía feroz y mordaz de lo absurdo de la condición humana. Una obra que, entre carcajadas y suspiros, nos deja frente al espejo, preguntándonos qué tan cerca estamos realmente de Martin y compañía.
Iris Murdoch (Dublín 1919 – Londres 1999) Estudió en escuelas progresistas: primero en la Froebel Demonstration School de Londres, y luego en la Badminton School de Bristol. Con diecinueve años se matriculó en el Somerville College de Oxford, donde estudió Literatura Clásica, Historia Antigua y Filosofía. También estudió Filosofía como posgraduada en el Newnham College de Cambridge, y en 1948 empezó a trabajar como profesora en el St Anne’s College de Oxford. Antes de dedicarse a la literatura, publicó varios ensayos sobre filosofía, entre los que se incluye el primer estudio escrito en inglés sobre Jean-Paul Sartre. Su primera novela, Bajo la red (1954), fue considerada por la revista Time como una de las 100 mejores novelas de la literatura inglesa del siglo XX. En 1987 fue nombrada Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico. En 1995 comenzó a padecer los devastadores efectos del alzhéimer, que al principio atribuyó a un bloqueo creativo. En 1997 fue galardonada con el Golden PEN Award por toda su carrera. Falleció a los 79 años, en 1999, y sus cenizas fueron esparcidas por el jardín del crematorio de Oxford. PdC.
Escrito por B. Del Ángel.