Hoy como todos los días salí a correr. Ingenuamente pensé que como era inicio de año el trayecto que recorro estaría limpio. Pero ¡zas! No fue así. Que me topo con ellas. Ahí estaban esparcidas por el camino. ¿Cómo?, ¿En serio? ¡No puede ser!
Ilusamente creí que tanto tutores como “paseadores” de perros, dentro de su lista de propósitos de un nuevo año estaría la buena y sana voluntad de recoger el excremento de los canes, pero ¡noooo!, como los 365 días del año pasado, el asunto de levantar la suciedad de los perros seguía igual: unas por aquí otras por allá; unas al aire libre otras en las ya clásicas bolsitas verdes (que según ecológicas y por lo mismo no contaminan, ¡si cómo no!) botadas entre los arbustos igual que la responsabilidad de “mantener” el ambiente limpio.
Estaba a punto de echar pestes cuando me acordé que uno de mis propósitos es encontrarle el lado bueno a la vida, y justo en ese momento recuerdo que pisar excremento es señal de abundancia, de riqueza, de dinero… Mi optimismo estaba a todo lo queda, a velocidad máxima como el mismísimo Correcaminos cuando entro en razón y me digo: a ver, a ver, tampoco malinterpretes, se trata de pisar y tú no has pisado !ohh!, desilusión. Pero como les recuerdo que estoy en modo optimista de la vida, pensé: bueno, el que siempre me encuentre heces en mi camino significa que la riqueza ya está a punto de cruzar la puerta de mi casa… Me quise quedar con ese deseo, al fin a quién le hago daño con soñar. Perooooo, la realidad dicta otra cosa, encontrar las heces de los perros al aire libre no es nada bueno para nadie.
Se estarán preguntando, a estos de Pláticas de Café qué les pasa, preocupándose de sí levantan o no las heces de los perros habiendo tantos temas importantes en el mundo y en el país como: que Trump quiere que Canadá forme parte de territorio de Estados Unidos, mandar comandos a nuestro país para combatir el narco como si fuera la clásica “peli” gringa de acción, o que le quiere cambiar el nombre (como canción de Joan Sebastian) al Golfo de México, las guerras, la inseguridad, el cambio climático, los precios que suben y suben y con ello la cuesta de enero se hace más pesada… y éstos con nimiedades.
Pues ni tan nimiedades, ahora leerán porque. La respuesta es simple: el que tanto tutores como paseadores de perros NO recojan la suciedad significa ENFERMEDADES, además de poner de manifiesto la falta de responsabilidad social.
Porque sabían que al secarse las heces se convierten en polvo, en partículas que pululan por cada rincón y llegan a caer en los ricos tacos de bistec que nos comemos en la esquina o en el “saludable” jugo verde que nos compramos en el local que está en la calle…y así nos podemos ir con los ejemplos.
La defecación al aire libre ya sea humana o de animales, en este caso de los canes, es un caldo de cultivo para muchos males gastrointestinales. Imagínense si no. Y con estas cifras que les vamos a dar se van a asustar: NO existe regulación para la disposición de aproximadamente siete mil 820 TONELADAS de heces caninas que se generan en nuestro país CADA DÍA, ¡más de SIETE MIL! ¿Se pueden imaginar?
Una gran cantidad de éstas se encuentran esparcidas por las calles secándose al aire libre hasta que se convierten en polvo, si es que antes las moscas no hicieron una parada ahí para después aterrizar en la comida que se vende en los locales ambulantes y hasta de los restaurantes bien establecidos.
Pero el problema no para ahí, seguimos con las malas noticias; en un comunicado de prensa de la UNAM que llegó al correo de Pláticas de Café, los científicos universitarios refieren que la mala disposición del excremento de perro implica riesgo para la salud humana, contaminación del agua, suelo y aire, qué tal.
Hermenegildo Arcos Serrano y César González Guerrero, expertos en ingeniería ambiental señalan que por el manejo incorrecto de las excretas al echarlas al inodoro, coladeras o dejarlas en espacios públicos como parques y banquetas, las personas estamos respirando y comiendo parásitos.
Lo dicen los que saben, los expertos: por ese incorrecto manejo, entre los agentes patógenos y parásitos que las personas inhalamos o ingerimos se encuentran: Campylobacter, Salmonella, Yersinia y Escherichia coli, además de protozoarios como Giardia y helmintos, por ejemplo Toxocara canis. La exposición directa con el polvo contaminado ha sido relacionada con enfermedades entéricas y del tracto respiratorio.
Sí que les creemos. Una anécdota personal rápida: en época de tolvaneras caminaba con una amiga cuando un remolino nos envolvió, tuvimos que tomarnos del poste de la luz porque literalmente nos jalaba la fuerza del viento. Entre que gritábamos para pedir ayuda y nos agarrábamos lo más fuerte que podíamos, pasó el remolino. Días después enfermamos. Estuvimos un par de meses en el hospital, los resultados de los estudios clínicos arrojaron: tifoidea y fiebre de Malta.
Menudo problema en el que estamos. México es una de las naciones con mayor población de perros de Latinoamérica y el primero en la región en abandonarlos. Del total aproximado de 43.8 millones de esos animales (Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado, 2021), 70 por ciento vive en las calles.
Si a las heces que genera el 70 por ciento de los perros callejeros, le sumamos las excretas de los que sacan a pasear y NO recogen, sí que estamos en serios problemas y entonces diremos que esto de NO levantar la suciedad de nuestras mascotas no es ninguna nimiedad. Entre heces fecales caninas nos veamos pronto.
Aunque no todo está perdido, ya les platicaremos en otra entrega. PdC.