Imagina la figura de un hombre completamente desproporcionado, torpe, pero con una ambición peligrosa. Silas Weir, un médico que nunca alcanzó la gloria que deseaba, un hombre que se detesta a sí mismo tanto como al objeto de su deseo: las mujeres y su anatomía, consideradas por él como una abominación. Este es el protagonista de la historia aterradora que Joyce Carol Oates ha retratado en “Carnicero”, una novela inspirada en hechos reales y sobrecogedora por la frialdad con que describe la ciencia despojada de ética.
Weir no es solo un personaje desagradable. Es la manifestación de una época en la que la ciencia, en manos de hombres con poder absoluto, no solo despojaba a las mujeres de sus derechos, sino también de sus cuerpos. Su obsesión por entender y “curar” lo que él consideraba las imperfecciones del cuerpo femenino lo lleva a la grotesca experimentación en un psiquiátrico para mujeres, un lugar de dolor y desesperación. Como director del Asilo Estatal de Nueva Jersey para Mujeres Lunáticas, Weir no se limita a diagnosticar, sino que practica cirugías devastadoras en mujeres vulnerables. Corta, extirpa, mutila, todo bajo el pretexto de encontrar la solución a trastornos psiquiátricos de origen femenino.
Lo que hace aún más perturbadora a “Carnicero” es la narrativa. Joyce Carol Oates no solo nos muestra el horror de los actos de Weir, sino que nos permite ver a través de los ojos de múltiples personajes. Entre ellos, destaca la voz de Brigit, una joven irlandesa que se convierte en víctima y, al mismo tiempo, en un recurso que hace de su sufrimiento una forma de resistencia. A pesar de las terribles torturas a las que se ve sometida, Brigit logra recuperar, aunque sea parcialmente, su dignidad y protagonismo en la historia. Ella, al igual que todas las mujeres tratadas como simples objetos de experimento, se convierte en un símbolo de la lucha silenciosa de aquellas que no pudieron defenderse.
Es interesante como Joyce Carol Oates, a través de la figura de Jonathan Weir, hijo de Silas, pone en duda el legado de su padre. Jonathan se enfrenta a la monstruosidad de las ideas de su progenitor, tratando de entender cómo un hombre que se consideraba un salvador pudo haber caído tan bajo. Esto da una dimensión humana a “Carnicero”: un hijo atrapado entre el deseo de comprender y la vergüenza de su herencia. Esta búsqueda se convierte en una reflexión más profunda sobre la imposibilidad de reconciliar la ciencia con la ética cuando se trata de seres humanos.
El estilo de Joyce Carol Oates, profundo y en ocasiones un tanto denso, no ofrece tregua. Descripciones gráficas, tanto médicas como emocionales, te atrapan en un mundo sombrío, lleno de sufrimiento. Las escenas de las atrocidades cometidas por Weir son tan vívidas que te cuestionas cuántas veces la historia ha permitido que figuras de poder, especialmente en la ciencia y la medicina, hayan ejercido una violencia similar. En “Carnicero”, la historia no se detiene en el horror, sino que va más allá, invitándonos a reflexionar sobre los límites de la ambición, la ética de la ciencia y, sobre todo, la capacidad de deshumanizar a aquellos que se consideran inferiores.
Lo más perturbador de “Carnicero” no es solo lo que hace Weir, sino cómo la sociedad, en ese contexto histórico, aceptó la deshumanización de las mujeres. Y aquí surge la gran pregunta: ¿hasta qué punto la historia ha permitido que el poder de unos pocos sobre otros siga vigente? ¿Cuándo dejamos de tener control sobre nuestro propio cuerpo?
“Carnicero”, más que una simple denuncia, es una inquietante advertencia sobre los peligros de colocar el poder científico y médico en manos de personas sin ética ni humanidad. Joyce Carol Oates logra construir una obra que no solo es aterradora en sus detalles, sino profundamente reflexiva en sus implicaciones. Un relato inquietante sobre la ciencia y la humanidad, sobre el poder y la sumisión, y sobre la resistencia en el corazón del sufrimiento.
Joyce Carol Oates (Nueva York, 1938) es una de las grandes figuras de la literatura contemporánea estadounidense. Es autora de más de medio centenar de novelas, más de cuatrocientos relatos breves, más de una docena de libros de no ficción, once libros de poesía y nueve obras de teatro en sus más de cinco décadas de trabajo. Ha sido galardonada con numerosos premios, como el National Book Award, el PEN/Malamud Award, el Prix Fémina Étranger y, en España, con el Premio BBK Ja! Bilbao por el «modernísimo humor negro de su obra» y el Premio Pepe Carvalho 2021. En 2010 recibió la National Humanities Medal, el más alto galardón civil del gobierno estadounidense en el campo de las humanidades y, en 2012, el Premio Stone de la Oregon State University por su carrera literaria. PdC.
Escrito por B. Del Ángel.