A LA TERCERA

*Paco Salgado.

Llegar a la tercera edad no es un declive, sino una cumbre desde la cual se contempla un paisaje vital lleno de matices.

Es el tiempo donde la sabiduría acumulada durante años florece ofreciendo una perspectiva única y valiosa. Las arrugas que surcan el rostro no son más que el mapa de una vida plena, de risas compartidas y desafíos superados.

Este periodo dorado brinda la oportunidad de redescubrir pasiones olvidadas o explorar nuevos intereses con la calma y la libertad que la juventud a menudo no permite. Sin la prisa de las obligaciones laborales los días se expanden, ofreciendo el regalo del tiempo para disfrutar de los pequeños placeres: una conversación pausada, la lectura de un buen libro, el aroma del café por la mañana.

La tercera edad es también un tiempo de reencuentros, de fortalecer lazos familiares y de amistad que han resistido la prueba del tiempo. Los nietos llenan los hogares de alegría y renuevan la energía, creando un puente entre generaciones. Se atesora cada momento compartido, conscientes de la fugacidad de la vida y de la importancia de dejar un legado de amor y experiencia.

Es cierto que el cuerpo puede experimentar cambios, pero la fortaleza interior, cultivada a lo largo de los años, se convierte en el mejor aliado. Se aprende a vivir con serenidad, aceptando el presente y valorando cada instante.

La tercera edad es una invitación a la introspección, al crecimiento personal y a la celebración de la vida en su totalidad. Es la dorada luz del atardecer, tan hermosa y significativa como el brillante amanecer. PdC.

Foto de Hasan Albari.

pacosalgado@gmail.com

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