“Que frágil es la vida”, una frase que a menudo escuchamos decir y a la que no le tomamos su real sentido hasta que esa fragilidad se hace patente en una llamada fría, seca, como va, como es el anuncio de la muerte. De una muerte que se disfraza de cáncer, de tumor, de accidente…de mil trajes; caray! que por eso es la muerte y toma la forma que quiere y llega a la hora y el día que quiere como toda una diva.
A ella no le importa si estás en medio de una celebración o en horas de oficina o en un sueño profundo o acabas de enterrar a tu mejor amigo, simplemente llega y ¡zas!, te arrasa, te envuelve de dolor, de angustia, de incertidumbre, de una desagradable sorpresa.
La muerte no da tregua, se presenta las veces que se le antoja, toca a tu puerta sin importar que apenas hayan pasado unos días, unas horas. Una semana había pasado y ahí estaba otra vez, llamando de madrugada, haciéndose presente de nuevo estampándote en la cara lo frágil que es la vida, que hoy estás aquí ¿y mañana?, la muerte tocará otra vez a tu puerta y volverás a recordar lo frágil que es la vida. PdC/AVA.
Foto de Joyboy.
