“Me encanta el café, pero frío, no me gusta el caliente, a menos de que tenga mucho frío, y como casi nunca tengo frío, pues no tomo la bebida caliente.
Sí tengo una cafetería favorita, se llama Rivolí y se ubica enfrente del lugar donde trabajaba. Es pequeña, pero muy acogedora. Ahí pasaba diario por mi moka frío, con chocolate en el vaso, chantilly y chispas de chocolate. No acostumbraban a poner cereza, como en otros lugares, y cuando era así pues regalaba la cereza a una gran amiga.
Por lo general no me lo tomaba ahí, me lo llevaba al trabajo por cuestión de tiempo y cuando no podía ir a comprarlo, me lo llevaban a la redacción.
En esa cafetería hice varias amistades con las empleadas, incluso me dieron confianza y les contaba mis alegrías y tristezas. El día que me despidieron de mi trabajo, lo primero que se me ocurrió fue ir a ese café para contarles, y recibí mucho apoyo de todas, alentándome de que no me preocupara, que era lo mejor, pues la situación ya era muy difícil y sólo esperaba mi turno para que me dijeran “hasta aquí “, así que ellas me dieron mucha fortaleza y se los agradecí mucho. Ahora las extraño y han sido muy pocas las veces que las he visitado debido a la pandemia y a que estuvo cerrada mucho tiempo. Nunca las olvidaré ni a ellas ni al café exquisito que me preparaban cada vez que lo pedía”. PdC.
“Esta es mi taza preferida. Me la regaló una amiga porque me encantan los 🐧 y la uso para tomar, cuando hace mucho frío, café americano sin azúcar. También me gusta, en esos casos, el de olla”.