Como diría mi abuelita, “qué tiempos aquellos señor don Simón”.
Cuando era pequeña, en México viajar en tren era de lo más común, era el transporte que todos usaban (el tren se creó en 1837 cuando era presidente Anastasio Bustamante y Ferrocarriles Nacionales de México en 1910 durante el gobierno de Porfirio Díaz). Estos datos vienen a colación porque justamente en Ferrocarriles Nacionales trabajó mi papá durante toda su vida y es ahí donde los trenes entran en mi vida.
Por trabajo mi papá tenía que ir a Nuevo Laredo y obviamente el viaje lo hacía en tren y nosotros junto con él.
Era una travesía muy interesante porque se llevaba mucho tiempo llegar a nuestro destino y durante el trayecto íbamos conociendo poblados. El viaje daba inicio en la estación de Buenavista donde de tomaba el tren y claro éste tenía diferentes secciones, había vagones tipo alcobas, primera, segunda y clase económica.
Recuerdo que siempre viajábamos en el vagón de alcobas que eran cuartos privados con baño y con unas camas que se guardaban a los costados. El ferrocarril contaba con un vagón comedor, exclusivo para los pasajeros de la clase de primera y alcobas.
Además de ir viendo el paisaje me gustaba que llegara la hora de la comida porque era muy divertido ir a comer y poder ver el paisaje mientras se tomaban los alimentos; ah! eso sí, era muy importante que llegarás a tiempo al vagón comedor porque si no, ya no alcanzabas comida.
Otra cosa que me encantaba era que cuando llegábamos a un poblado podíamos comprar antojitos en las estaciones que pasaban; era grato descubrir que esos antojitos tenían ricos sabores, además de que te vendían golosinas, refrescos y demás cosas que los habitantes de cada poblado realizaban.
Algunas veces los vendedores subían a los vagones cuando el oficial se descuidaba; también podías bajar a la estación y comprar lo que quisieras, aunque a mi no me gustaba porque me daba mucho miedo que nos pudiera dejar el tren; la verdad, tampoco me agradaba que lo hiciera mi papá.
En los vagones de primera clase, los asientos que se usaban de día, de noche se volvían literas en donde era divertido dormir, aunque no había tanta privacidad, pues lo único que los separaba eran unas cortinas.
Lo más complicado para viajar era segunda y clase económica, ya que solo se contaban con asientos y las personas tenían que dormir sentados.
De viajar en tren, recuerdo que había tanto tiempo muerto que se me creo la costumbre de leer en esos largos trayectos y cada vez que abro el libro de “Cien Años de Soledad”, libro que mi papá me regalo en uno de los viajes, llegan a mi memoria gratos recuerdos de todo lo que viví en esa época y que sin lugar a duda fue una etapa importante en mi vida, porque viajar en familia siempre era divertido, complicado y aventurero.
En 1997 se cancelan los trenes para pasajeros y solo quedan las rutas exclusivas de carga y ahí una parte de la historia de México queda terminada.
Existen algunas rutas todavía de trenes como El Chepe, que ya tendré oportunidad de viajar en ella. Pero si añoro el viajar como lo hacía cuando era niña con mis padres, lo divertido que era hacer esos largo trayectos y explorar el tren.
Platíquenos si alguna vez tuvieron la oportunidad de viajar en tren, cuéntanos las aventuras que pasaste, me gustaría saber tus experiencias. CM/PdC.