La prescripción médica inmediata y la automedicación sin control de antibióticos lejos de acabar con las bacterias las fortalecimos hasta volverlas resistentes.
Antes para cualquier problema de infección corríamos a la farmacia a comprar (y nos lo vendían) el antibiótico que el médico nos había recetado tiempo atrás o el que le había funcionado bien al vecino, al amigo o al familiar; o más aún, nos tomábamos el que nos había sobrado y no porque nos hubieran recetado mucho, más bien porque no habíamos hecho el tratamiento completo.
Pues déjenme les platico que el bicho no se murió, por el contrario, contribuimos a fortalecerlo. Ahora les platico por qué.
Los expertos dicen que la resistencia de las bacterias a los antibióticos amenaza con el retorno de infecciones antes controladas que ahora se hacen recurrentes, graves y mortales.
Todo esto debido a la utilización excesiva de antibióticos en granjas de aves y ganado, junto con el mal uso y abuso de éstos en los humanos es que lleva a los problemas que ahora se presentan de resistencia a los antimicrobianos.
Rosa María Wong, de la Facultad de Medicina de la UNAM comenta que se ha demostrado en varios estudios que en 50 por ciento de las prescripciones antimicrobianas en forma ambulatoria, la medicación, la dosis o el tiempo de tratamiento son incorrectos.
El incremento a la resistencia antimicrobiana lleva a infecciones recurrentes, graves y mortales, y la resistencia antibiótica incrementa entre 30 y 44 por ciento la mortalidad, aumenta los días de estancia hospitalaria y los costos asociados.
Y es que el aumento de su resistencia amenaza con el retorno de infecciones antes controladas. Desde la década de los 80 del siglo pasado, al menos 150 patógenos que atacan a los humanos han sido identificados, ya sea como emergentes, reemergentes o en evolución, afirma Carlos Amador Bedolla, director de la Facultad de Química de la UNAM.
“La forma más común de la resistencia antimicrobiana es la resistencia de las bacterias a los antibióticos”, explica.
Samuel Ponce de León, coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS), señaló que ante ello, la UNAM estableció el Plan Universitario de Control de la Resistencia Antimicrobiana (PUCRA), que une esfuerzos de diversas entidades y disciplinas para elaborar una propuesta de política pública encaminada al control de los antibióticos.
El objetivo de esta iniciativa, encabezada por el PUIS, es fundamentar la necesidad de disminuir el uso de antibióticos en todas las áreas: práctica médica, veterinaria, odontología y agroindustria, entre otras.
Pero no solo el uso desmedido de antibióticos ha provocado el que las bacterias sean más fuertes, también la transición demográfica contribuye a este problema.
El director de la Facultad de Química dice que la humanidad se ha vuelto más urbana que rural y se acumulan grandes cantidades de personas en zonas densamente pobladas.
Además, por la migración, el intercambio y el turismo, más individuos pueden estar en contacto con diversos patógenos y eso facilita la transmisión de enfermedades.
El cambio climático es un factor importante, pues tiene efectos sobre los ecosistemas y el ambiente, e impacta en las rutas migratorias de los vectores de enfermedades.
Agentes biológicos más poderosos
Cecilia Acuña, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), advirtió que “si en el mundo no logramos controlar la resistencia antimicrobiana, se estima que para el año 2050 las infecciones resistentes costarán a la humanidad 50 millones de muertes al año”.
Anotó que en 2014 se registraron 500 mil casos de tuberculosis drogorresistente. “Estamos frente a agentes biológicos que son mucho más poderosos y más rápidos de lo que pensábamos”.
En 2018, tres millones de personas en el mundo padecieron una enfermedad transmitida por alimentos. Por ello, además de la investigación científica que se realiza en torno a la resistencia bacteriana, hizo un llamado a la población para que tome medidas preventivas como lavarse las manos antes de cocinar, antes y después de ir al baño; tener higiene en la manipulación de alimentos y tener relaciones sexuales protegidas para evitar infecciones. PdC.