La labor de cuidar a un familiar adulto o pequeño con un padecimiento discapacitante o en etapa terminal no es actividad fácil, pero tampoco tiene porque acabar con los sueños y las ilusiones o los proyectos de vida o con la salud de quien realiza esa gran tarea.
Y es que el ambiente desolador en el que convive quien asiste al paciente muchas veces lo lleva a la desesperación y también a enfermar a grado tal, que ha llamado la atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por los síntomas de depresión, ideación suicida y de males psicosomáticos que presentan.
Preocupado también por ese panorama, el Centro Viveca ideó el taller “Cuidarme para cuidar”, un lugar de reunión donde el cuidador mediante una metodología dinámica, guiado por profesionales de la psicología, aprende a responsabilizarse de otro sin lastimarse, sin abandonarse y con estrategias de regulación emocional.
Durante una entrevista, la directora del Centro Viveca, María Isabel Moratilla Olvera comenta que uno de los objetivos del taller es que el cuidador descubra el sentido de la difícil tarea de cuidar a otro; la nada fácil labor de atender al paciente en todas sus necesidades físicas y emocionales.
Una labor que conlleva para el cuidador un desgaste personal, pues pone todo de sí y empieza a descuidarse.
Con las dinámicas del taller se busca que el cuidador haga consciencia de cómo lleva la atención que profiere, de la organización de los horarios, de si tiene apoyo o de si permite que lo ayuden “porque a veces el cuidador entra en la idea de sólo yo lo puedo hacer bien, cree que es el único capacitado para hacer la tarea” y no acepta que colaboren con él ni entrena a otras personas para que tomen su lugar.
El cuidador primario tiene que entender que la atención no debe ser desbordada ni desmedida; brindarla con un horario equilibrado, buscar ayuda con la comunidad, con los vecinos, con sus amigos, con los familiares, es decir, tejer una Red de Apoyo, y dejar de pensar que el ser querido va a morir en su ausencia.
Una tarea como cualquier otra
La doctora Isabel Moratilla, explica que con el taller se busca que la persona encargada del paciente tenga momentos de reflexión y comprenda que es una actividad como otras, con horarios de descanso, alimentación y de distracción.
Que también aprenda a manejar sus emociones, pues en el afán de no contradecir al enfermo acepta todo argumento e inhibe su derecho a expresar lo que piensa y siente.
De esta manera, el cuidador todo “se lo guarda” porque no tiene estrategias adecuadas para regular su emocionalidad y comienza la autolesión a través de la bebida o de la comida, cayendo después en la depresión.
Pese a que en el Internet hay mucha literatura sobre el cuidador primario “no hay como hablar con otras personas de lo que me está pasando”, considera la experta.
Por ello en el Taller: “Cuidarme para cuidar” el encargado del paciente podrá:
*Escuchar las experiencias de otras personas que viven las mismas circunstancias.
*Encontrar empatía con otros cuidadores.
*Hallar opciones o respuestas en lo que hicieron otras personas.
*Se define el rol del cuidador: es quien debe tomar las decisiones sobre lo que se va a hacer; él tiene el mando; no debe ser receptor de agresiones; los familiares del enfermo le deben respeto porque “es el que está al frente de la batalla”.
*Se analiza y se busca respuesta sobre las interrogantes: ¿qué sentido le vas a dar a la tarea de cuidar y qué valor le vas a dar, estás abierto a soltar y a despedirte de la persona cuando se vaya?
*Poner horarios de atención al paciente y para sí mismo.
*Qué pierdo con la pérdida de la persona querida. A veces se pierde el sentido de vida, “no queremos que la persona se muera porque no tengo otro proyecto de vida, finqué en ella un proyecto de vida”. En ocasiones “no queremos soltar al enfermo porque es muy cómodo dedicarnos a otros y no ver por nosotros”.
*Otro de los objetivos es hacer que se dé un cambio de actitud y de acciones en su vida, “que se vayan con la información para que cada quien decida”.
Respecto a la importancia de poner atención al cuidador primario para evitar que acabe tan enfermo como el enfermo, como lo refiere la Organización Mundial de la Salud, la directora del Centro Viveca, señala que el taller surge de la necesidad de compartir las experiencias del cuidador y de esta forma apoyar en su salud psicológica y física.
Explica que la mayoría de los adultos entre los 30 a 60 años de edad, tienen un familiar de 70 a 90 años y se ven en la necesidad de cuidarlo y proveerlo, pues los sistemas de salud proporcionan los medicamentos, pero no le dicen al familiar cómo mantenerlos en casa.
“Tenemos la necesidad de cuidarlos y mantenerlos en las mejores condiciones sin dejar de lado los propios proyectos de vida, no convertir al enfermo en un niño, ni el niño deja de tener dignidad por depender de nosotros”. PdC.
Por MM.
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