Miscelánea

Echa un ojo para ver si eres un comprador compulsivo

A todos, o por lo menos la gran mayoría, hombres o mujeres, nos agrada salir de compras, vestir ropas nuevas, calzar bonitos zapatos, oler bonito,  cambiar continuamente de celular, carro, reloj… pero ¿cómo saber si solo nos estamos dando un gusto o nos hemos convertido en un comprador compulsivo?

Si contestamos afirmativamente a estos cuestionamientos, puede ser que nos estemos convirtiendo o ya somos (ayyy) unos compradores sin control, pero empecemos:

*¿Comprar me produce felicidad?

*¿Compro cosas que no necesito?

*¿Salgo a comprar todas las semanas o todos los días?

*¿Tengo muchas deudas?

*¿Tengo sentimientos de culpa después de mis compras?

*¿Usualmente no le comento a mis amigos o familia lo que compro o busco esconderlo?

Bueno, de acuerdo al CAT Barcelona, centro de adicciones y problemas psíquicos, ser un comprador compulsivo consiste en el afán desmedido, no controlado y recurrente por adquirir cosas.

Es la consecuencia de un impulso irreprimible, de un acto poco consciente del que después hay arrepentimiento porque se compran productos que no se necesitan y se gasta más de lo que se tiene.

Por su desenfreno llegan a poner en peligro tanto su trabajo como a su familia con tal de satisfacer su ansia de comprar sin parar.

La excitación por las compras es comparable a otras situaciones como la sexual, el juego, la droga etc., que al efímero placer le siguen los remordimientos, el sentimiento de culpa, la depresión y una ansiedad que sólo se apaga con salir a comprar otra vez.

El terapeuta Manuel Mas-Bagà señala que esta conducta tiene cierta similitud con la bulimia, de ahí que a estos compradores se les ha llamado «compradores bulímicos».

La compra compulsiva comparte algunos rasgos con las conductas adictivas (se les llama también adictos a comprar o «shopaholics»), particularmente con la ludopatía o adicción al juego, pero sobre todo se parece a los llamados trastornos del control de los impulsos, como la cleptomanía o la piromanía.

De hecho, prácticamente en lo único que se diferencian los cleptómanos y los compradores compulsivos es en que los primeros no pagan y éstos últimos sí, aunque a la postre muchos no puedan hacer frente a sus deudas.

El perfil típico del comprador compulsivo es una mujer, aunque también los hombres. Se adquiere a fuerza de repetir una conducta que al principio resulta agradable y luego se realiza de forma compulsiva; en otros esta conducta hay que entenderla predominantemente como una evasión, como una forma inadecuada de hacer frente a los problemas personales. PdC.

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