La emblemática palmera que fue retirada de la glorieta de Paseo de la Reforma que no solo sucumbió por el Picudo rojo sino también por el medio ambiente hostil de la Ciudad de México, era del género Phoenix canariensis, originaria de Islas Canarias, España, que pertenecen a zonas costeras.
Déjame te platico que quizá la palmera fue muriendo poco a poco, pese a que resistió más de cien años, porque este tipo de árboles aunque son adaptables y resistentes, sobreviven, pero las urbes no son su ambiente ideal.
A decir de Ivonne Olalde Omaña experta del Instituto de Biología de la UNAM, estas condiciones las debilita, incluso las vuelve más vulnerables a enfermar, como sucedió con nuestra icónica palmera a causa de un padecimiento provocado por un escarabajo conocido como “Picudo rojo” (Rhynchophorus ferrugineus), de origen tropical.
La especialista en árboles comenta que también pueden ser atacadas por hongos y bacterias, las cuales afectan la parte del crecimiento, que es la más tierna o delicada y se halla en la punta y en el centro, que es de donde emergen las hojas; al dañarse esta zona muere toda la palma.
Es difícil determinar cuándo inicia su enfermedad, porque como son plantas altas es complicado mirar a esa altura si llega algún patógeno. A veces nos percatamos hasta que observamos que las hojas se secan, y se empiezan a doblar; cuando esto ocurre, es indicativo que el daño está avanzado.
La técnica académica del Instituto de Biología refiere que la reciente muerte de palmeras en diversos sitios de la Ciudad de México ha sido la suma de eventos desafortunados, porque estos organismos no son mexicanos, sino que fueron retirados del lugar donde naturalmente crecen; es decir, de zonas costeras.
La palma aludida es del género Phoenix canariensis, que viene de las Islas Canarias, España, estaba rodeada de pavimento, en un espacio pequeño, además de que en la capital mexicana tenemos un periodo de lluvias abundante y luego uno de sequía; y no era la mejor condición para vivir. PdC.