¡Sorprendente!, analizan las primeras imágenes de la nebulosa planetaria NGC 3132 con el Telescopio Espacial James Webb, y encuentran al menos cuatro estrellas, espinas rádiales visibles y pequeños grumos que son “semillas de vida”.
La astronomía tiene una nueva mirada más profunda y precisa que revela detalles hasta ahora desconocidos de los objetos celestes.
Gracias al gran alcance del Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés), un equipo internacional de científicos, en el que colaboraron tres investigadores del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, descubrió nuevos detalles y características de la nebulosa planetaria NGC 3132, logradas con ese instrumento.
A partir de imágenes públicas del JWST, varias compartidas incluso como publicidad del novedoso equipo, los científicos encontraron un halo extendido de hidrógeno con forma de estructura espiral, que indica la acción de un sistema binario.
El análisis de la estrella central mostró un exceso en infrarrojo indicando la presencia de un disco y posiblemente de un sistema cuádruple en NGC 3132. “Se trata posiblemente de una nebulosa formada por cuatro estrellas, que tiene espirales y una especie de espinas radiales”, señaló Laurence Sabin, astrónoma del IA y una de las coautoras del trabajo.
Los resultados de esta investigación, en la que también participó Christophe Morisset, del IA de la UNAM, junto con aproximadamente 70 coautores de diversas instituciones y países, fue publicado el pasado 8 de diciembre en la revista Nature Astronomy.
Guillermo García Segura, también investigador del IA y coautor del trabajo, explicó que “esos grumos, que se ven como puntitos en la imagen, son del tamaño del sistema solar, pero son semillas de la vida porque tienen carbono, oxígeno, silicio y muchos elementos que son esenciales para la vida. Así que sin esos grumitos no habría vida”.
El astrónomo aseguró que, para profundizar en la física de esta nebulosa, se han usado simulaciones hidrodinámicas hechas en el IA-UNAM Ensenada con el código ZEUS-3D para estudiar la formación de las estructuras radiales y los grumos que se observan en hidrógeno molecular.
La investigación inició en julio de 2022, poco después de que se publicaran las imágenes de NGC 3132 con JWST y los instrumentos NIRCam y MIRI. Se trabajó de manera colaborativa y se integró todo en la reciente publicación de Nature Astronomy.
García Segura detalló que con el nuevo equipo se pueden observar estructuras que no se podían ver antes porque los telescopios infrarrojos no tenían la resolución del JWST, lo que abre nuevas oportunidades para la astronomía. PdC.