A veces, una película no necesita reinventar la rueda; basta con que la haga girar al ritmo de una gran banda sonora. “Un completo desconocido”, dirigida por James Mangold, es un biopic sobre Bob Dylan que no pretende desentrañar al enigmático trovador, pero logra capturar su esencia a través de una narrativa sólida, actuaciones memorables y música que te remueve hasta los huesos.
“Un completo desconocido” arranca con un joven Dylan (Timothée Chalamet) llegando a Nueva York en 1961, directo desde Hibbing, Minnesota, con una guitarra, un puñado de canciones y un sueño. Su primera parada: la habitación de hospital de Woody Guthrie (Scoot McNairy), el héroe folk que lo inspira. Desde ahí, el camino es meteórico. Dylan se cruza con Pete Seeger (Edward Norton), quien reconoce su talento y lo introduce al círculo musical de Greenwich Village.
En poco tiempo, Dylan pasa de ser un completo desconocido a la sensación del folk, escribiendo canciones que se convierten en himnos de una generación.
El filme se sostiene sobre los hombros de Timothée Chalamet, cuya interpretación logra el milagro de encarnar la desconcertante mezcla de carisma y alienación de Dylan. Aunque su rostro demasiado perfecto no coincide con el del joven Bob, Timothée Chalamet compensa con muecas, sonrisas ladeadas y esa mirada perdida que sugiere que siempre está dos pasos adelante de todos. Monica Barbaro brilla como Joan Baez, igualando el temperamento incisivo y la voz distintiva de la leyenda, mientras que Elle Fanning aporta ternura y vulnerabilidad como Sylvie Russo, la novia a quien Dylan deja tambaleándose emocionalmente en su ascenso.
“Un completo desconocido” no es tímida al abordar los altibajos de Dylan: sus romances complicados, sus tensiones con la escena folk tradicional, y el icónico momento en que “se volvió eléctrico” en Newport en 1965, enfureciendo a los puristas del género. Sin embargo, aquí no hay revelaciones escandalosas ni verdades definitivas sobre Dylan.
Es más un mosaico emocional que una biografía cronológica: nos muestra un joven empujando límites, enfrentando sus propios demonios y construyendo su mito mientras trastoca la música popular.
Lo que realmente eleva a “Un completo desconocido” es su enfoque en la música. Las interpretaciones en vivo de Timothée Chalamet, Monica Barbaro y Boyd Holbrook (como un hilarante Johnny Cash) no solo homenajean a los originales, sino que capturan la energía cruda de la época. La recreación del ambiente bohemio de los años 60, con un diseño de producción impecable, te transporta a un tiempo donde las palabras y las melodías podían cambiar el mundo.
¿Es una obra maestra? Quizá no. “Un completo desconocido” sigue los tropos del biopic musical al pie de la letra y, como su título sugiere, Dylan sigue siendo un enigma al final. Pero entre la nostalgia de los grandes clásicos y las interpretaciones electrizantes, “Un completo desconocido” consigue algo esencial: te hace sentir. Y cuando suenan las primeras notas de “Like a Rolling Stone”, ya estás sonriendo, y eso es más que suficiente. Muy buena. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.