El cine erótico vuelve a intentar resucitar su gloria ochentera con Babygirl: Deseo prohibido”, pero la chispa se quedó en el tráiler. Nicole Kidman, en modo jefa tech poderosa y atormentada, y Harris Dickinson, como el pasante veinteañero con aura misteriosa, no logran prender la hoguera emocional y sexual que la historia promete. ¿Culpa del guion, la dirección o del combo?

Romy (Nicole Kidman) es una directora ejecutiva de Nueva York que lo tiene todo… menos plenitud en la cama. Entra Samuel (Harris Dickinson), un pasante que, entre salvarla de un perro rabioso con una galleta y su mirada intensa, la arrastra a un affair que pretende explorar poder, peligro y deseo. El problema es que Babygirl: Deseo prohibido” flirtea con estos temas sin entregarse de lleno. Como un perro que ladra, enseña los dientes, pero nunca muerde.

El mayor pecado de Babygirl: Deseo prohibido” es la falta de química entre los protagonistas. Aunque Nicole Kidman despliega su arsenal actoral con momentos de vulnerabilidad y tensión interna, Harris Dickinson no logra igualar el desafío. Su Samuel, diseñado para ser enigmático y dominante, termina siendo un personaje plano y, lo peor, insípido. En una cinta que se vende como erótica, la ausencia de tensión sexual es un agujero negro que se traga todo.

La dirección de Halina Reijn intenta mezclar crítica corporativa, exploración sexual y un toque de suspense. El resultado es una estructura narrativa que parece no decidir si quiere ser un thriller provocador o un drama introspectivo. El ritmo lento y la falta de desarrollo en la relación entre Romy y Samuel hacen que Babygirl: Deseo prohibido” gire en círculos, más preocupada por teorizar sobre el deseo que por transmitirlo.

A pesar de todo, Nicole Kidman brilla. Romy, con su máscara de poder y sus grietas emocionales, es un personaje que ella maneja con maestría. Desde la incomodidad en su matrimonio con Jacob (un Antonio Banderas desaprovechado) hasta los extremos que alcanza en su relación con Samuel, Nicole Kidman hace todo lo posible para inyectar vida a un guion que no le da mucho con qué trabajar. Y sí, verla lamiendo leche de un plato te vuela la cabeza.

Concluyo: un thriller que no calienta ni impacta Babygirl: Deseo prohibido” quiere ser transgresora, pero se queda en tibia. Más preocupada por su apariencia que por su sustancia, no logra aprovechar a su elenco ni la promesa de su premisa. Nicole Kidman merece todos los elogios que pueda reunir, pero el resto del filme necesita más que un par de galletas para sostenerse. Al final, ni es un thriller erótico que quema, ni un drama que cala. Es simplemente una historia que se apaga antes de empezar a brillar. PdC.

Crítica de Antelmo Villa.

Deja un comentario

Your email address will not be published.

Te puede gustar