Una serie de abrazos…
Estamos en febrero, apenas hace unos días paso el día de los enamorados; mes en el que todo es amor, todo es amistad, todo son frases lindas, todo es corazoncitos y en el que nos acordamos de enviar mensajes sentidos a los amigos. Lo cierto es que no solo este mes debía ser motivo para expresar lo que sentimos.
Cualquier día debe ser motivo para dar un abrazo, una palmada, un apretón de manos como señal de gratitud, de amor, de cariño, de amistad, de “no te preocupes todo estará bien”…porque un abrazo es vida, es el calor que el espíritu necesita para ir por la vida y para forjar un ser seguro de sí mismo desde pequeño.
Y no lo decimos nosotros, los expertos, los que saben, dicen que es benéfico para la salud, porque la carencia de un abrazo puede provocar alteraciones metabólicas y del comportamiento.
Un abrazo a un niño es un mensaje de aceptación, afecto y reconocimiento, vital para que se construya física, emocional y cognitivamente, asegura la profesora de Neuroanatomía Funcional de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, Alicia Castillo Martínez.
Y es que vean, qué tan primordial es que desde pequeños nos abracen o nosotros demostremos cariño.
Quien no fue suficientemente abrazado de pequeño, presenta alteraciones a nivel neurofisiológico (en los sistemas dopaminérgicos, incluido el de recompensa), que causan mal funcionamiento afectivo y psicosocial, lo que le impide “generar vínculos sanos” en la vida adulta.
La falta de esta acción afectiva causa modificaciones metabólicas y del comportamiento; privarse de ésta tiene efectos adversos para la salud.
En el ser humano a partir de que es neonato (incluso el líquido amniótico es una forma de contacto con el feto), el abrazo es fundamental en su desarrollo biológico, psicológico y social.
La falta de abrazos en niños retirados tempranamente de la mamá o con una relación limitada con ella, afecta la expresión de genes importantes, lo cual ocasiona variaciones en las “rutas de crecimiento”, causando, por ejemplo, fallas en la memoria, destaca Alicia Castillo.
En menores de escasos recursos, con condiciones de crecimiento limitadas, “hay una diferencia en su capacidad de retención”, en comparación con quienes han estado en mayor contacto con su madre.
Pequeños que reciben pocos abrazos de adultos, también presentan hiperactividad motora. “Les cuesta trabajo controlar sus propios movimientos”. Aunque no altera demasiado su funcionalidad, es visible y se exacerba bajo estrés. PdC.