Miscelánea

Una historia fresca y sabrosa: nieves y helados

Ya estamos en el mes de los reyes de la casa, nuestros pequeños, y siempre es agradable cuando ves disfrutar a un niñ@ de este rico, digamos postre/golosina, porque al ver sus caras sonrientes embarrados de este producto y disfrutando como nadie lo sabe hacer es lo más maravilloso del mundo.

Para no distraernos más de lo que les quiero contar, vamos a adentrarnos en el tema, ¿sabemos cómo se originó este rico producto?, bueno… yo no, y por eso me puse a investigar, porque además de los pequeños, también a los adultos nos encanta disfrutarlo sobre todo cuando está el intenso calor.

De lo que les quiero hablar es de las nieves de sabores, sí de esos ricos conos con una hermosa y redonda bola de color de nuestro sabor preferido. Bueno, pues en mi búsqueda y leyendo aquí y allá encontré una información interesante en la página web Infobae donde habla del origen de las nieves en México.

Ahí menciona que la nieve se remonta a siglos atrás y como sabemos que en esa época no habían fábricas de hielo o refrigeradores, pues se tenía que hacer de forma más arriesgada y también sujeta al clima; se recolectaba la nieve de la montaña y del granizo, o bien también se utilizaba agua que era congelada en lugares fríos como es el caso de Michoacán, ahora caigo sobre esta marca de helados, que a donde voltees siempre hay una “Michoacana”.

La elaboración de la nieve se hace con fruta y agua y tenía ya cierta tradición en la época prehispánica donde se hacían con base a frutas y se utilizaban principalmente en rituales o para refrescar las bebidas.

Por otro lado, el helado vino de Asia y Europa, y su antecedente está en China donde se preparaba con masa de arroz y fruta mezclada con nieve.  Con la conquista española la elaboración del helado llegó a Nueva España.

En 1596 las nieves y helados lo consumían únicamente la aristocracia española y criolla por sus altos costos. Durante los primeros años del siglo XVII hubo una producción comercial de nieves y helados a través de los “estancos” (monopolios manejados directa o indirectamente por el gobierno de la Nueva España), negocio de los  ricos y los únicos en explotar la nieve y comerciarla.

Para 1700 se establecen los “asientos de nieve” y estaban en Atlixco, Córdoba, Cuautla, Celaya, Durango, Guadalajara, Jalapa, Querétaro, Puebla, Tehuacán, Sultepec, Tlaxcala, Valladolid, Zacatecas y Toluca.

La producción de la nieve llega posteriormente a los conventos y  empiezan a figurar como postres a finales del año 1600.

También existían los “neveros” que eran surtidos por personas que vivían cerca de las cimas nevadas, extraían porciones de hielo durante la madrugada con barretas, eran envueltas en un trapo y metidas en contenedores con sal para que mantuvieran el frío el mayor tiempo.  En el siglo XVII los sabores más solicitados eran chocolate, limón, zapote, guayabas, nanches, tuna, maíz, fresa y piña.

Durante 1854 tras la salida de Santa Anna del país se emite un decreto en el que se deshacían los estancos de la nieve, liberando el negocio para los demás neveros.

A nadie nos hace daño un poquito de historia, mientras disfrutamos una rica nieve o helado en tanto conocemos cómo nace este rico postre y que hasta el momento podemos disfrutar acompañados o en soledad y que nos permite recordar bellos momentos de nuestra infancia o de una época en que hemos sido felices.

Así que disfrutemos una gran bola, bueno dos, ya sea de nieve o helado que este mes tenemos dos verdaderas justificaciones para hacerlo; una por la temporada de calor y que siempre es rico disfrutar de algo fresco y porque en abril celebramos a los reyes de la casa.

Y ya entrados en esto de las nieves y helados, dos tips para los adultos: un helado “flotante” que lo puedes preparar con refresco de cola y nieve de limón, igual lo puedes hacer para los chiquitines, solo hay que cambiar el refresco por algún jugo; y un affogato: una bola de helado de vainilla “ahogado” en café espresso…

Bueno y sin más, disfruten de algo fresco dibujando una sonrisa que les dure siempre.  CM/PdC.

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