Quizá para las nuevas generaciones suene cursi, pero el noviazgo de ser una etapa romántica adornada de detalles como el beso en la mano, la palabra dulce, el verso escrito en una servilleta, el ramo de flores, la caja de dulces, ha quedado guardado en el baúl, ha quedado en los tiempos pasados, ha quedado solo como un recuerdo; ahora el noviazgo es una relación salpicada de agresiones físicas, psicológicas, sexuales y más.
Y no es que uno quiera caer en la ya clásica apreciación de que los tiempos pasados fueron los mejores, no, no es así, pero la realidad que vivimos hoy por hoy nos dice que por desgracia, los actos violentos son el común denominador en una relación; que escalan a tal punto que los expertos dicen que la violencia en el noviazgo se ha convertido en un problema social.
Que por las implicaciones y el desgaste que ocasiona una relación así, también es un problema de salud pública por el número de casos, así como por las consecuencias que genera en los individuos, pero además es un asunto de derechos humanos porque atenta contra la dignidad y la integridad de quienes la padecen.
En la conferencia “Violencia en las relaciones de noviazgo ¿Cómo identificarla y cómo prevenirla?, la profesora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Claudia Ivethe Jaen Cortés alertó que las agresiones inician entre risas, con un jugueteo agresivo; uno de los miembros de la pareja pone apodos en apariencia cariñoso, da nalgadas, pellizquitos y empujones.
Pero que a medida que surge algún conflicto o situación que no sea agradable, esa actitud avanza hacia conductas agresivas.
También confunden los actos de control y manipulación como manifestaciones de amor, por los que es difícil detectarla, y para ellos además resulta complejo comprender o apreciar que están en una relación donde existe abuso, aunque dependerá de la tolerancia y la percepción de cada uno de los miembros de la pareja.
La especialista explica que quizá para uno de ellos, un pellizco o un apodo no signifique agresión, pero para el otro sí; unos pueden tomarlo con tintes cariñosos, mientras que para otros signifique una ofensa.
Por ello resulta complicado medir la violencia en el noviazgo. La mayoría de los estudios señalan que inicia de los 12 a 13 años de edad, aunque en la actualidad los adolescentes comienzan relaciones románticas de los 10 a los 12.
Son diversos los tipos de agresión: emocional o psicológica, es decir, cuando se tiene la intención de dañar los sentimientos de la pareja, incluso se comete abuso verbal para ocasionar dolor, malestar emocional, sufrimiento; física, la cual atenta contra el cuerpo de la persona, “aquí pueden darse patadas, pellizcos, empujones, etcétera; sexual, que va desde la presión para tener intercambio sexual, actos sexuales que no se desean, incluso violación”, acotó la universitaria.
Además, continuó, la económica y la patrimonial. “Hemos encontrado que las parejas piden dinero prestado entre sí y ya no lo devuelven, rompen el teléfono celular y la computadora, o dañan el auto, etcétera”.
Solo de cuatro a 10 por ciento de los jóvenes denuncian conductas violentas por parte de sus parejas, ante autoridades de salud o instancias jurídicas.
“Es bajo el porcentaje y ello se debe a la revictimización de los denunciantes y al desconocimiento de los procedimientos legales”.
Ante ello, es necesario enseñar desde niños hasta adultos, lo que se debe llevar a cabo en esta materia ante situaciones de abuso, señala la experta de la Facultad de Psicología, institución que organizó el evento. PdC.