Habíamos hablado de algunas de las mujeres que participaron en el movimiento de la Revolución de México, y ahora deseo platicarles de otras heroínas que participaron y que a través de los años se ha desvanecido su gloria y eso no debemos permitirlo.
Clara de la Rocha
Nació en Durango en 1890. En 1910 se afilió al movimiento maderista junto a su padre, el general Herculano de la Rocha. Durante el movimiento armado fue nombrada comandante de guerrilla y luego coronela, participó en la toma violenta de la ciudad de Culiacán, Sinaloa en 1911.
También formó parte del grupo de ataque encabezado por su padre, que tomó a nombre de los revolucionarios la Casa de Moneda de Sinaloa y participó en la batalla por la iglesia del Santuario donde los revolucionarios combinaron fuerzas y lograron la rendición de los Federales.
Su presencia se desvanece en el proceso revolucionario evidenciando la dificultad participativa de la mujer en un mundo en el que sus méritos no se reconocían.
Pasó a formar parte de la leyenda popular, aunque no se registra ningún corrido que hable de sus hazañas en combate y, sobre todo, de la manera en que avergonzaba a los hombres compitiendo con ellos en torneos de puntería que ganaba siempre.
El epitafio de la tumba de Clara que está en el Panteón Civil de la ciudad de Culiacán dice textualmente: Clara De La Rocha. Coronela Revolucionaria de 1910 con todo el amor de sus hijos Enrique y Rosa. Descanse en paz.
María Quinteras de Meras.
Participó en varios enfrentamientos, y por sus méritos, alcanzó el grado de coronel en el Ejército Villista. Una de las pocas mujeres en ganarse el respeto de Pancho Villa.
Esta soldadera demostró sus cualidades militares en las diez batallas en las que luchó durante los tres años que permaneció en el ejército Villista, de 1910 a 1913. Se vestía como los hombres, con uniformes color caqui, cananas y un rifle máuser.
Ángela Jiménez
Experta en el manejo de explosivos, obtuvo el grado de teniente, en el ejército Villista. Nació en Jalapa del Marqués, Oaxaca, en 1886. En 1911 unos soldados federales catearon su casa en busca de rebeldes y trataron de amedrentar a su hermana.
Después de presenciar ese terrible hecho, juró matar federales, se vistió de hombre y se hizo llamar Ángel.
Se unió a la Revolución junto con su padre y fue soldadera, abanderada, experta en explosivos, espía y a veces cocinera. Salió del estado de Oaxaca y luchó en el centro y norte del país con los villistas y zapatistas.
Herida de bala, dejó el ejército y emigró a Texas y luego a California E.U. Fue fundadora de la organización Veteranos de la Revolución de 1910 a 1920 en California.
Ángela fue defensora de los derechos de los chicanos en el vecino país del norte. Su vida revolucionaria al parecer fue el modelo utilizado por Elena Poniatowska para dibujar el personaje de Jesusa Palancares en “Hasta no verte, Jesús mío”.
Aunque no existe una foto de Ángela Jiménez su vida sigue siendo indagada por los aportes que hizo a favor de las mujeres durante la Revolución Mexicana.
Ahora ya tenemos un poco más de información sobre las mujeres que ayudaron a construir una nación independiente y soberana.
A pesar de que no hay mucha información sobre estas heroínas y que la historia y los gobernantes no les han dado el justo valor a todo su trabajo y esfuerzo para contar con lo que ahora tenemos, no debemos olvidar que gracias a ellas ahora nosotras podemos tener más libertad y reconocimiento, aunque sea dicho de paso todavía tenemos que trabajar mucho. CM/PdC.
“Son nuestras decisiones las que muestras quiénes somos realmente, más que nuestras habilidades” – J. K. Rowling.
Fuentes: Wikipedia, mujeresyrevolucion.wordpress.com, meer.com.