¿Sabías que el ruido más allá de 100 decibeles no es el único factor que puede provocar sordera? Te platicamos que la gripe, tos, influenza, COVID-19, sarampión, viruela o varicela, también pueden afectar la capacidad auditiva.
Y es que no solo exponerse al ruido más allá de 100 decibeles durante más de una hora son factores de riesgo de discapacidad auditiva, resulta que desde el vientre, el feto es susceptible de sufrir daño auditivo debido a factores genéticos, exposición a solventes, humo de tabaco o infecciones virales.
En menor medida, pero también se puede sufrir daño por parotiditis o paperas, que pueden provocar algún grado de discapacidad.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2020 se registraron 1.3 millones de personas con pérdida de la capacidad auditiva.
Perder la capacidad de oír no es solo un problema de salud, este problema también afecta el desarrollo académico, laboral, social y familiar.
La pérdida de capacidad auditiva afecta el rendimiento escolar, porque la persona afectada no escucha a sus profesores o compañeros de clases. “Los mentores argumentan que es déficit de atención, pero la realidad es que no escuchan”.
También se puede perder la capacidad auditiva porque en cualquier etapa de la vida la persona estuvo expuesta al ruido ambiental, por arriba de 100 decibeles en fiestas, conciertos o alguna actividad laboral sin protección de los oídos.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, señalan que en nuestro país, por cada cien mil nacimientos, seis padecen sordera por cuestiones genéticas.
Personas de zonas rurales, suburbanas y urbanas enfrentan el mismo riesgo de padecer sordera al estar expuestas al ruido de bocinas en casa, fiestas, fábricas o construcciones.
“Desafortunadamente no hay cultura entre las personas para cuidar sus sentidos y se dan cuenta cuando ya perdieron parte de su capacidad auditiva”.
Datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señalan que en el mundo hay mil 500 millones de personas con alguna discapacidad auditiva, de las cuales 217 millones viven en el continente americano.
Es importante el adecuado aseo de oídos sin introducir objetos extraños, semillas o líquidos en los conductos de la membrana timpánica; así como medicamentos únicamente prescritos en servicios médicos, así como la protección del ruido.
La diferencia entre oír y escuchar. No oír se refiere a los ruidos; no escuchar es no entender de donde vienen esos sonidos o bullicios, es decir, lo que el paciente entiende, asimila y repite. PdC.
Con información del Blog de la Secretaría de Salud.