“La otra cara de la luna” tiene tantas cosas sucediendo al mismo tiempo que podría parecer demasiado para una sola película. Un poco de comedia romántica, otro tanto de juego sucio y medio kilo de homenaje a un momento histórico del que la gente todavía conspira, esta película mantiene la línea gracias a la magia del cine. En términos más simples, aquí hay dos personas con alta tensión sexual.
Kelly Jones (Scarlett Johansson) está causando sensación en el mundo sexista de la publicidad de los años 60. Su habilidad para engañar a sus clientes sugiere algo más oscuro, algo que la Casa Blanca de Nixon, representada por Moe Burkus (Woody Harrelson), encuentra muy atractivo. Su misión: ir al sur de Florida, presentarse en la NASA y convertir un desastre de relaciones públicas en un activo político justo a tiempo para el aterrizaje del hombre en la luna.
Mientras tanto, en la NASA, el encargado de los esfuerzos es Cole Davis (Channing Tatum), un ex piloto de combate hiperalfa. Podría ser una gran figura pública, pero después de la trágica muerte de tres astronautas en una misión a su cargo, prefiere mantener un perfil bajo y hacer su trabajo.
El encuentro entre Kelly y Cole es encantador. Él no sabe quién es ella, por lo que su aversión a la publicidad se ve atenuada por su atracción hacia ella. Ella, en cambio, sabe exactamente quién es él y le gusta lo que ve. ¿Qué podría evitar este romance? Pues que Cole descubra que Burkus le ha ordenado a Kelly crear un aterrizaje falso en la luna en caso de que Cole arruine el verdadero.
A veces es difícil saber si “La otra cara de la luna” es una película romántica con una trama de traiciones o una película de planes siniestros con un subtrama romántica. Las diversas travesuras políticas y de relaciones públicas son siempre entretenidas, pero no siempre parecen esenciales, la verdad.
Como trasfondo ficticio para un evento real, las apuestas no podrían ser más nulas, a menos que lo que realmente esté en juego sea la relación entre Kelly y Cole, algo en lo que “La otra cara de la luna” tarda demasiado en presentar.
Aun así, el tono es ligero, la vibra de los años 60 al estilo “Mad Men” sigue siendo elegante e inteligente, y Scarlett Johansson se divierte mucho interpretando a una chica de carrera rápida que encanta a todos. Channing Tatum interpreta al tipo rígido que todos quieren porque se pone nervioso en lugar de enojarse; es el compañero pasivo, y su herida por el pasado es el principal obstáculo a superar.
Todo se concatena en la última parte de “La otra cara de la luna”, revelando la dinámica tradicional de comedia romántica: la pareja se une, pero uno tiene un secreto que los separará, buuu, y luego se teje el juego político: ¿Cómo muestran nuestros guapísimos héroes el verdadero aterrizaje en la luna?
Los chistes se aceleran, la tensión aumenta y finalmente aparecen algunas apuestas reales y disfrutables.
A ver, “La otra cara de la luna” podría haber durado media hora menos, pero la culpa es de su inicio lento. Pero mira, igual que el aterrizaje en la luna, es el final del viaje lo que hace que el trayecto valga la pena. PdC.
Crítica de Antelmo Villa.