En la actualidad ya es común que lomitos y mininos también sean integrantes importantes de las familias, tan es así que ahora se conocen como “familias multiespecie” por estar conformadas por seres humanos y animales. Han pasado de estar en las azoteas a convivir dentro del hogar y tener un espacio destinado especialmente para ellos, a los que se les cuida y mima igual que a cualquier miembro de la familia.
En muchos casos y en tiempos actuales, muchas parejas jóvenes ya no piensan en tener hijos y en su caso deciden adoptar a un peludo o michi y crear así una familia multiespecie, pero ahora viene otra situación.
Ya no se tratan a los peludos y mininos como lo que son, “mascotas” sino que ya se les empieza a ver como “hijos” y nacen los “perrhijos y gathijos” y la pregunta es ¿Qué tan bueno es tratarlos y llamarlos así?, ¿los afecta o qué pasa cuando modificamos su comportamiento?
Para no quedarnos con la duda aquí les dejo lo que encontré al respecto.
Cuando un lomito entra en nuestras vidas, pensamos que no solo será un simple animal de compañía o una mascota, sino también alguien especial. Mimos constantes, conversaciones, fotos, regalos… es tan fuerte ese sentimiento que acabamos desarrollando un vínculo que es medible y cuantificable.
¿A tu mascota canina la tratas como tal o como a un hijo? ¿No has puesto atención? Pues algunas de las señales que indican que éstas tratando a tu lomito como a un perrhijo, son:
*Saludar primero a tu mascota antes que a cualquier otra persona que conviva o duerma contigo.
*Hablarle y dirigirte a él como si fuera un bebé o compartir tu propia comida con él.
*También puede ser gastar dinero en cualquier accesorio o abrir su propia cuenta en alguna red social.
Esto se conoce como antropomorfismo, es decir, humanizar y atribuir características, emociones o motivaciones humanas a los animales.
Según un estudio de la Universidad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, estos comportamientos están relacionados con la posibilidad de padecer algún tipo de trastorno psicológico, como depresión o carencias afectivas.
Pero no solo para las personas generan problemas, sino también para las propias mascotas.
El académico del centro, Moisés Heiblum, asegura que tratar a los animales como a hijos provoca que se vuelvan sumamente dependientes y las consecuencias para ellos no son buenas, ya que en tu ausencia pueden sufrir ataques de pánico e incluso desarrollar desórdenes alimenticios.
Interpretar el comportamiento de nuestros peludos desde esta perspectiva tan humana hace más difícil encontrar una solución apropiada para sus malos comportamientos, lo que hará que se repitan y los animales tengan reiterados hábitos negativos.
Según explica la científica Alexandra Horowitz, el perro no se sentirá culpable. No obstante, no está mal darles cariño y amor. Por supuesto, también hay ocasiones en la que humanizarlos resulta útil, ya que beneficia el bienestar de nuestros amigos peludos.
Según la ciencia, los perros, al igual que los gatos, son animales emocionales, y sienten ansiedad, miedo, frustración, depresión, felicidad o alegría al igual que lo sentimos nosotros.
En mi experiencia personal mis mosqueteros son parte de la manada y tienen un lugar importante en la misma, pero… no han dejado de ser perros y gato, no hemos perdido el piso y dentro de nuestra familia ellos tienen su lugar al igual que cualquiera de nosotros.
Seguimos dándoles su lugar en la jerarquía de la manada y ellos saben cuál es su sitio en la misma, hemos evitado humanizarlos y siguen su comportamiento natural, pero eso sí con las debidas restricciones que deben tener de acuerdo con las reglas de la casa y las cuales deben respetar.
Se les mima, consciente y también se les llama la atención cuando lo ameritan y así hemos llevado una relación de respeto y amor que hasta el momento ha funcionado.
“Que me falte todo en la vida, menos mi amigo peludo”. – Anónimo.
Como siempre les deseo muchas huellitas de amor en casa
Fuentes: larazon.es
Foto de Conejo de papel.