“Luna llena” de Aki Shimazaki es memoria, amor y secretos bajo la luz de la luna.
Es mucho más que una simple novela sobre el paso del tiempo y la fragilidad de la memoria; es un mosaico íntimo y conmovedor que entreteje amor, traición y el desconcertante poder del olvido. La autora canadiense de origen japonés, Aki Shimazaki, logra en pocas páginas lo que muchos escritores no consiguen en extensas sagas: construir una historia profundamente humana, cargada de emociones y de una nostalgia palpable.
“Luna llena” nos sitúa en una residencia de lujo rodeada de jardines y el constante canto de las cigarras, un refugio en el que Fujiko y Tetsuo Niré, un matrimonio de ancianos, han recalado tras el avance del alzhéimer en ella. “Luna llena” comienza con un momento devastador: Fujiko, al despertar una mañana, no reconoce a su esposo. Para calmarla, una enfermera asegura que Tetsuo es su prometido, conocido a través de un miai (una cita concertada al estilo japonés).
Desde ese instante, la relación entre los dos se reinventa. Tetsuo, ya no como esposo, sino como un pretendiente redescubriendo a su amada, se ve obligado a enfrentarse a un pasado lleno de secretos que Fujiko, en su desvarío, comienza a desvelar.
Lo que parecía ser un retrato conmovedor sobre la enfermedad y sus estragos pronto se transforma en una historia familiar con un misterio latente. Fujiko, prisionera de su mente fragmentada, oscila entre la desconexión del presente y una claridad dolorosa sobre el pasado. Entre esos fogonazos de memoria, surgen revelaciones que alteran por completo la percepción que Tetsuo tiene de su esposa, de su matrimonio y, en última instancia, de sí mismo. Los secretos guardados durante décadas brotan como piezas de un rompecabezas que el lector se ve tentado a armar mientras acompaña a los personajes en su proceso de descubrimiento.
Aki Shimazaki dota a la novela una delicadeza única, casi poética, explorando con sutileza temas universales como el olvido, el perdón y el efímero paso del tiempo. Con un estilo limpio y elegante, convierte la cotidianidad en un escenario donde las emociones más complejas toman forma. La figura de las cigarras, que pasan años bajo tierra para emerger solo durante unos días, se erige como una poderosa metáfora de la vida humana: breve, intensa y marcada por lo que dejamos atrás.
A pesar de lo breve de “Luna llena”, Aki Shimazaki logra crear personajes tridimensionales y profundos. Tetsuo, en su papel de esposo y prometido a la vez, nos muestra las contradicciones del amor, que puede ser tan fiel como egoísta, tan generoso como temeroso de la verdad. Fujiko, por su parte, nos recuerda lo impredecible que puede ser la memoria, desdibujando los límites entre la realidad y la percepción, mientras su enfermedad no solo despoja, sino que también desvela.
“Luna llena” te cala con preguntas que resuenan mucho después de cerrar el libro: ¿qué sucede cuando conocemos a alguien durante toda una vida, solo para descubrir que siempre hubo algo oculto? ¿Hasta qué punto los secretos cambian lo que somos o lo que fuimos para los demás?
“Luna llena” es un recordatorio de que incluso en las relaciones más largas y consolidadas, el amor y la identidad pueden reinventarse en el ocaso de la vida.
Una lectura que sorprende, emociona y deja una marca duradera.
Aki Shimazaki (Gifu, Japón, 1954) vive en Montreal desde 1981 y escribe y publica en francés desde 1991. Es autora de cuatro pentalogías, cuyos libros pueden leerse separadamente, y Luna llena pertenece a su nueva serie. Sus obras han obtenido galardones como el Prix Ringuet, el Prix Canada Japon, el Prix du Gouverneur Général du Canada o el Prix Asie de la Asociación de Escritores en Lengua Francesa. PdC.
Escrito por B. Del Ángel.