Mucho se nos ha dicho que para reducir los contagios es de suma importancia seguir todas las medidas de higiene, distancia y desinfección, pero sobre todo vacunarnos. Pero es aquí donde surge el debate.
Hay quienes ya han recibido las dos dosis y el refuerzo, sin embargo muchas personas más en nuestro país no se han vacunado por miedo o por ignorancia o porque simplemente no quieren hacerlo.
Si tenemos la información adecuada sobre la importancia de aplicarnos una vacuna, las personas que tienen dudas sobre su eficacia y seguridad, podrán tomar una decisión fincada en datos de fuentes fidedignas y serias.
Para empezar, necesitamos saber qué es una vacuna, cómo está hecha y cuáles son los beneficios que tendremos al vacunarnos y los riesgos de no hacerlo.
Como ya mencionamos, en la entrega de ayer lunes 31 de enero, que el sistema inmunitario es un escudo que nos protege de patógenos, pues resulta que al estar fortalecido puede hacer la diferencia entre contraer una enfermedad o no, y si es así, que los riesgos no sean muy altos y la persona se recupere bien.
Y justo eso es lo que hace una vacuna, fortalecer las defensas del cuerpo. Las vacunas activan las defensas naturales del organismo para que aprenda a resistir infecciones y hacer más fuerte el sistema inmunitario.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, las vacunas son una forma sencilla, inocua y eficaz de proteger el cuerpo humano contra enfermedades dañinas antes de entrar en contacto con ellas.
Luego de vacunarnos, el sistema inmunitario produce anticuerpos, como ocurre cuando nos exponemos a una enfermedad.
Las vacunas evitan que nos enfermemos
“Las vacunas ponen en marcha las defensas naturales del organismo y, de ese modo, reducen el riesgo de contraer enfermedades. Actúan desencadenando una respuesta de nuestro sistema inmunitario, que:
*Reconoce al microbio invasor (por ejemplo, un virus o una bacteria).
*Genera anticuerpos, que son proteínas que nuestro sistema inmunitario produce naturalmente para luchar contra las enfermedades.
*Recuerda la enfermedad y el modo de combatirla. Si, en el futuro, nos vemos expuestos al microbio contra el que protege la vacuna, nuestro sistema inmunitario podrá destruirlo rápidamente antes de que empecemos a sentirnos mal.
Una vacuna contiene:
*El antígeno, una forma muerta o debilitada de un patógeno (por ejemplo, un virus o una bacteria) que prepara a nuestro organismo para reconocer y combatir una determinada enfermedad en el futuro.
*Adyuvantes, ayudan a incrementar la respuesta inmunitaria y, así, facilitan la acción de las vacunas.
*Conservantes, garantizan que la vacuna mantenga su eficacia.
*Estabilizantes: protegen la vacuna durante su transporte y almacenamiento.
En definitiva, las vacunas son una forma ingeniosa e inocua de inducir una respuesta inmunitaria sin causar enfermedades.
De acuerdo a la información tomada de la página web de la Organización Mundial de la Salud (OMS), nuestro sistema inmunitario está diseñado para recordar. Tras la administración de una o más dosis de una vacuna contra una enfermedad concreta, quedamos protegidos contra ella, normalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida.
Por eso las vacunas son tan eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos enfermemos.
Por todos los beneficios que las vacunas dan al sistema inmunitario y con ello a nuestro organismo, es que los expertos insisten en que debemos vacunarnos para lograr parar los contagios o en caso contrario que la COVID-19 y sus variantes no generen daños graves en nuestro organismo.
Recuerda que la prevención es la mejor medicina…PdC.