Miscelánea

¡Caracoles! también están en peligro de extinción

*Caracol Púrpura pansa, su tinta se usa desde la época prehispánica

*Sufre sobre explotación de empresas y turistas

Muchas especies de la floral y de la fauna se encuentran en peligro de extinción porque son vulnerados ya sea por sus colores vistosos o por sus pieles o plumas hermosas o por el marfil en el caso de los elefantes, o por sus propiedades curativas o afrodisíacas.

A esta explotación por la razón alimenticia o de ornamentación o por la razón que sea, no escapan los caracoles, esos seres vivos de apariencia no muy agradable.

Veamos qué es lo que los pescadores furtivos ven en ellos para estar a punto de acabar con ellos.

Pero antes de ello, les contamos que los moluscos gasterópodos poseen sorprendentes propiedades y aunque conforman una de las familias más grandes y diversas de la fauna, requieren protección.

Resulta que entre la riqueza marina del planeta, la gran familia de los moluscos sobresale por su enorme tamaño, cerca de 35 mil especies vivas, entre las que destaca la clase gasterópoda conformada por los caracoles marinos o caracolas, organismos con una cobertura rígida que los protege llamada concha.

Según los expertos, su diversidad ofrece una gama muy extensa de posibilidades aún por descubrir para la ciencia, pues lo conocido hasta hoy de estas especies reúne características asombrosas que rebasan la imaginación y constituyen grandes esperanzas para cubrir necesidades alimentarias, artísticas, médicas y ornamentales, entre otras.

Una pálida pincelada de lo mucho que se puede hallar en estas especies marinas lo muestran el caracol púrpura pansa (Plicopurpura pansa), el caracol rosado (Strombus gigas) y los caracoles Conus, las cuales habitan en los mares mexicanos.

En esta ocasión nos vamos a referir al caracol púrpura panza el cual se nutre de otros moluscos carnívoros y herbívoros, que se caracteriza por secretar una tinta purpúrea que desde tiempos inmemoriales se ha utilizado para teñir productos textiles.

Misioneros e historiadores de la Colonia refieren que el arte del teñido púrpura se practicaba desde la época prehispánica en diferentes regiones de México, que perdura hasta nuestros días porque ha dado el más puro y firme color del espectro violeta sin fijadores a textiles en las culturas mixteca, chontal, zapoteca, huave y huichol, y en diversas prendas de algodón o lana ha recorrido el mundo.

De los caracoles del orden Plicopurpura panda de las familias Muricidae y Thaididae que habitan sustratos arenosos y rocosos de las costas templada y tropical del Pacífico mexicano, parte del Golfo de México y del Mar Caribe, se ha extraído el mayor volumen del tinte purpúreo en el país, principalmente en los estados de Chiapas y Oaxaca por parte de indígenas chontales y mixtecos.

En el extremo suroeste de Oaxaca una veintena de artesanos recorre año con año 200 kilómetros de costa, desde Pinotepa de San Luis hasta Huatulco. Trepan los acantilados y ordeñan al caracol que vive adherido a las rocas arriba de la marea, donde recibe la brisa marina.

Sin embargo, pese a estar sujeto a Protección Especial por la NOM-059-SEMARNAT-2010, Plicopurpura pansa, podría ser irrecuperable por la sobreexplotación a que lo han sometido extranjeros que han intentado apropiarse del singular caracol.

A mediados de los ochentas una compañía japonesa casi acaba con el molusco, de no ser por la protesta social.

Décadas atrás, la franja del litoral oaxaqueño donde habita el caracol púrpura fue decretada zona de conservación. No obstante, un turismo ávido de sensaciones gustativas llevó a la gastronomía a crear manjares de sabor picosito que sólo este caracol les puede dar, y la regulación se olvidó.

Turistas que desconocen la tradición y la importancia ecológica del molusco lo manipulan e incluso lo engullen y destruyen, tanto fuera como dentro del Parque Nacional Huatulco.

Un acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación el 5 de marzo de 2014 lista a este caracol entre las 372 especies prioritarias que precisan mayores esfuerzos de conservación.

Por su parte, los recolectores tradicionales de la tinta han cerrado filas para impedir que se entregue a extraños la técnica ancestral de ordeña del vivo tinte púrpura que el pequeño invertebrado expulsa para defenderse o para obtener alimento. PdC.

 Con información de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

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