Cultura

Calaveritas una dulce tradición

Desde que era pequeña en casa siempre se ha puesto el altar de Día de Muertos y recuerdo que mi abuelita compraba calaveritas de azúcar a las que le ponía nombres. Para mí era muy divertido ayudar a colocar a las calaveritas el nombre de los familiares a quienes íbamos a honrar en el altar.

Ahora ya no solo son de azúcar, también de chocolate, gomita y amaranto lo que hace que el altar se vea más colorido no solo por el papel picado y el cempasúchil sino por los colores de las calaveritas que tienen su origen en la época prehispánica.

La figura de la calavera era representada en el Tzompantli, un altar a la muerte que simbolizaba el paso de las personas de lo terrenal a lo espiritual una vez que fallecían.

Así, el Tzompantli se formaba por hileras de cráneos de las personas sacrificadas en honor a los dioses prehispánicos, en especial a Mictlatecuhtli, el dios del inframundo.

Creían que, a través de esta ofrenda, se aseguraba el paso de las personas a otros niveles del inframundo, hasta llegar al descanso eterno.

Sin embargo, con la llegada de los españoles esta tradición se fusionó con las creencias de la religión católica impuesta, dando origen tanto a los altares de muertos como a las famosas calaveritas de dulce que conocemos hoy en día.

Una de las técnicas que introdujeron los españoles en México, fue el alfeñique, el que a su vez tiene su origen en la cultura árabe.

El alfeñique se elabora con azúcar, agua caliente, clara de huevo y limón, ingredientes con el que se crear una masa moldeadora parecida al caramelo llamada “chautle”, para realizar diferentes figuras, como las famosas calaveritas de dulce para el Día de Muertos.

Aunque su elaboración es delicada, con el alfeñique es posible hacer no solo calaveritas, sino también ataúdes, tumbas, mariachis, cocineras, calacas y catrinas, las cuales suelen colocarse en las ofrendas. Actualmente, el alfeñique es una técnica reconocida que incluso tiene festivales en estados como Puebla, Guanajuato, Estado de México, Michoacán y Oaxaca, donde se puede apreciar cómo los artesanos trabajan esta técnica con distintos moldes.

El proceso para elaborar calaveritas con la técnica de alfeñique se denomina “vaciado”; el azúcar se disuelve en agua y se deja hervir por una media hora hasta que espesa, se le añade un poco de limón.

Una vez que la mezcla está espesa, los artesanos baten rápidamente para que se cristalice y pueda ser vaciada en moldes, generalmente de barro, aunque también se usan de madera y bronce.

Cuando el azúcar empieza a cuajar, el molde se voltea rápidamente para que un poco de la miel interior escurra y las calaveras queden huecas. Por último, las calaveras se sacan del molde ya secas y se decoran con “betún”, hecho con clara de huevo, azúcar glass y colorantes.

Aunque la técnica de alfeñique es la más tradicional para elaborar calaveritas de dulce, hoy en día es posible encontrar calaveritas hechas de chocolate, amaranto o incluso gomitas.

Dependiendo de la región del país, estas son elaboradas con ingredientes locales, por lo que existen variaciones únicas como es el caso del pan de muerto. Algunas de las más comunes son las calaveritas bañadas en miel y cacahuate, semillas de calabaza o ajonjolí.

Uno a veces no se imagina como se originan lo que consideramos ya normal para nosotros y el trabajo que es mantener las tradiciones lo más original posible.  Así que no olvidemos nuestros orígenes y lo que significa para nuestro pueblo estos simbolismos. CM/PdC.

 Fuente: Gourmetdemexico

 

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