Es viernes y el cuerpo lo sabe… Luego de una larga y pesada jornada de labores se antojan unos momentos para relajarse. Ir a tomar unas copas los viernes después de salir de la oficina se ha convertido en un hábito social.
Beber con moderación es bueno, sin embargo abusar del alcohol puede tener consecuencias graves para el cuerpo, y no es que uno quiera “aguar” la fiesta, pero descubre cómo nuestro organismo responde a esta sustancia y cuáles pueden ser sus principales efectos.
Para empezar, el alcohol es una sustancia tóxica que su consumo a dosis altas y prolongado tiene consecuencias graves; puede tener efectos agudos que se manifiestan como intoxicación etílica que puede llevar en casos extremos al coma y a la muerte.
La doctora Eva Ormaechea, especialista en Medicina Intensiva, escribe en el Blog CanalSALUD de MApfre, que la primera fase es la intoxicación alcohólica aguda, también llamada borrachera, provoca efectos agudos sobre el sistema nervioso central: euforia, excitación, desinhibición y conductas impulsivas.
Refiere que cuando se continúa bebiendo, se produce una intoxicación más elevada que altera el equilibrio, la coordinación y la pérdida de calor.
En fases más avanzadas, se produce una alteración del nivel de conciencia: confusión, sueño, aletargamiento, vómitos, anestésica y estupor.
La ingesta aguda de alcohol también puede provocar:
*Problemas gástricos como gastritis aguda.
*Alteraciones del ritmo cardiaco (arritmias) especialmente si se mezcla con otras sustancias (drogas).
*Graves problemas a nivel socio-familiar
*Favorece conductas de riesgo como accidentes de tráfico o prácticas sexuales de riesgo (enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados)
A largo plazo y con una ingesta crónica de alcohol aparecen daños más irreversibles en el organismo. Además, el riesgo de padecer estos daños es mayor cuanto más precoz es el inicio de su consumo, que suele ser en la adolescencia.
Afecta sistema nervioso central
El alcohol es especialmente tóxico sobre las neuronas, produce una lesión y pérdida neural permanente. También sobre los nervios periféricos.
Se relaciona con el desarrollo de demencia (pérdida de memoria y deterioro cognitivo), enfermedades como el síndrome de Wernicke –Korsakoff, alteraciones del sueño y del carácter. Además de los trastornos asociados al grado de dependencia alcohólica (síndrome de abstinencia, encefalopatía alcohólica, etc).
Daña el sistema gastrointestinal
En el aparato digestivo puede afectar a cualquier tracto del mismo; su consumo agudo como crónico favorece la aparición de enfermedades esofágicas (esofagitis, enfermedad por reflujo), gástricas (gastritis, sangrado gástrico), hepáticas (cirrosis hepática) y del páncreas (pancreatitis aguda y crónica).
La especialista refiere que el consumo alto se ha relacionado con cáncer de estómago, de laringe, de esófago y de páncreas.
Además, su consumo continuado provoca problemas de malnutrición, ya que aporta una gran cantidad de calorías con muy poco valor nutritivo (“calorías vacías”), impide la absorción de algunos minerales y vitaminas y elimina el apetito.
Daños a nivel cardiovascular
El consumo de alcohol provoca un aumento de la actividad cardíaca. Puede aumentar la presión arterial provocando hipertensión arterial
También produce daño cardíaco cuya manifestación más típica es la miocardiopatía dilatada, una lesión del músculo cardiaco que se debilita y provoca cuadros de insuficiencia cardiaca muy graves.
Efectos en la sangre
Impide la producción de glóbulos blancos y rojos, provocando un tipo de anemia denominada megaloblástica y un fallo en el sistema inmunológico por la disminución de glóbulos blancos, siendo los alcohólicos más susceptibles a las infecciones.
Afecta el embarazo y al feto
El consumo de alcohol durante el embarazo puede provocar en el feto el llamado síndrome alcohólico fetal, es el término utilizado para agrupar un gran número de anomalías que un bebé puede presentar cuando ha sido expuesto al alcohol durante el embarazo.
Éstas incluyen malformaciones morfológicas (especialmente defectos cráneo-faciales), retraso en el crecimiento y alteraciones cognitivas, conductuales, de socialización y de aprendizaje.
También disminuye el deseo sexual y puede causar infertilidad y disfunción eréctil. PdC.
Foto de Maurício Mascaro.