Para los padres tener un hijo con “labio leporino” es un gran impacto que conlleva un enorme sentimiento de culpa y que en ocasiones genera rompimiento del matrimonio; siendo el hombre el que generalmente abandona el hogar delegando toda responsabilidad de los cuidados del bebé en la mujer.
Esta malformación implica muchos cuidados desde su nacimiento y hasta los 16 o 17 años, cuando el pequeño ha dejado de crecer y puede someterse a cirugías reconstructivas.
El tratamiento es multidisciplinario y muy largo, pues al nacer, el pequeño es evaluado por el pediatra para que determine si la patología no se relaciona con otros problemas asociados al labio y paladar hendido, explica el miembro del Consejo Mexicano de Cirugía Oral y Maxilofacial, Fernando Soriano Padilla.
Impacta la vida familiar
Un hijo con este síndrome es un impacto fuerte para los padres, pero sobre todo para la madre, porque para empezar no sabe cómo lo va a alimentar, ya que de no hacerlo de forma adecuada, el niño puede broncoaspirar y ahogarse. Hay que amamantarlos casi parados pues no pueden succionar, al no hacer vacío tragan mucho aire.
Una vez que el bebé es evaluado por el pediatra, a los padres se les canaliza a la clínica de higiene mental para que reciban terapia por “el impacto enorme y el sentimiento de culpa”. El pequeño una vez que crece, se recomienda sea atendido por un psicólogo para que lo prepare a afrontar su condición.
Tratamiento largo y costo
El tratamiento es muy largo y se le atiende de manera multidisciplinaria e integral, desde que nace hasta los 16 o 17 años de edad. A los 10 días de nacido se le toma una impresión y se le pone una placa.
La atención es por etapas, explica el experto, pues hay que esperar a que el niño crezca. La alimentación es clave para su tratamiento y recuperación, ya que las cirugías se realizan bajo anestesia general y por esta razón el pequeño debe estar en óptimas condiciones de salud.
A las 10 semanas de vida es intervenido quirúrgicamente; la primera cirugía es en el labio y la nariz, luego las placas; a los 18 meses el paladar, se ve el aspecto estético y funcional; después entra en etapa de revisiones constantes por parte del otorrinolaringólogo.
A los tres años, el odontólogo interviene; entre los siete y nueve años de edad pasa a ortodoncia para alinear los dientes; posteriormente entra a terapia de lenguaje para que pueda hablar bien, y paralelamente debe asistir con el psicólogo para que lo apoye a afrontar la etapa escolar, que es cuando son objeto de “bullying” de manera terrible.
El médico reitera que el tratamiento es muy largo y costoso, ya que el niño a lo largo de los 16 o 17 años de su vida es sometido hasta 12 cirugías. Edad en la que, para entonces ya es un adolescente, debe estar integrado a la sociedad.
Como generalmente el “labio leporino” está asociado a la pobreza, condición en la que se registra más esta malformación, para las familias de escasos recursos el tratamiento resulta además de largo, muy oneroso por el costo alto y el número de cirugías.
Los riesgos de no cuidarse
Por ser un problema de largo plazo, costoso y el señalamiento del cual va a ser blanco el pequeño, es importante que la mujer sepa los riesgos que conlleva el no cuidarse desde antes de embarazarse.
De no atenderse a tiempo, añade el especialista, se restringe el habla, con las consabidas críticas y abusos del entorno social del paciente.
Ante el panorama que le espera al pequeño que nace con “labio leporino”, es importante saber que otro de los factores que lo provocan es el padre alcohólico o adicto.
Por ello, subraya que la mujer debe saber que el ácido fólico es determinante durante el embarazo. Tomarlo desde mucho tiempo atrás de la gestación, implica una disminución en el porcentaje de tener un bebé con malformación ya sea de este tipo o de otros.
Recordemos que la prevención es la mejor medicina…MM/PdC.