Saber a cualquier edad que se padece cáncer es un impacto terrible, pero doblemente en un pequeño porque este mal en la niñez ocasiona una crisis aguda, ya que interfiere con los planes personal, escolar, familiar y emocional.
“Es antinatural siendo niño”, considera la psicooncóloga de la Facultad de Psicología (FP) y de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Fátima Sagrario Espinoza Salgado.
Y es que decirle a un pequeño que tiene cáncer no es tarea fácil; los padres que se encuentran en esas circunstancias difíciles necesitan acompañamiento de un profesional.
Las niñas y niños quienes padecen cáncer deben saber su diagnóstico, porque contrario a lo que se piensa “eso les dará certidumbre y tranquilidad sobre lo que les ocurre”, señala la psicooncóloga.
La especialista sugiere evitar lo que se denomina “conspiración del silencio”, porque incluso puede ir en detrimento de su salud. El cáncer y los trastornos emocionales que se relacionan con su aparición, necesitan de intervención psicológica en todas sus fases.
Lo ideal es contar con un equipo multi y transdisciplinario, relacionarse enfermeras, trabajadoras sociales, rehabilitadores, nutriólogos y psicólogos.
Explica que a diferencia de los adolescentes, los menores son concretos, no podemos aplicar lo mismo para todos en cuanto a salud mental porque los pequeños lloran, hacen berrinches, incluso mutismo.
“Es normal el llanto y aún más durante el tratamiento, porque en la mayoría de las ocasiones tienen que hospitalizarse y entonces, conforme transcurren las sesiones, también viene un creciente temor a la recaída”.
“Informales qué y cómo se los van a hacer, además de algunas mínimas técnicas de relajación. Incluso, se ha comprobado que disminuye el consumo de dosis de anestésicos durante su tratamiento”.
Son comunes los cambios de ánimo repentinos en los pacientes. “Por ello, debemos validar su estado de ánimo, comentarles que es normal estar triste y/o enojado, no reprimirlos, quizá tampoco tratarlos como guerreros porque no a todas las y los niños les gusta”, refiere la especialista en medicina conductual.
La atención mental del menor y sus familiares es imperativa; también es fundamental el papel de los hermanos para transmitirles que son queridos y valiosos, además de reiterarles que “no tiene nada de malo sentirse mal”. PdC.